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EDITORIAL

Galicia y País Vasco en clave nacional

Las dos campañas van a concitar la atención de la opinión pública más que nunca, por las consecuencias que ambas elecciones tendrán para toda España.

Hoy arrancan las campañas electorales en el País Vasco y Galicia, con expectativas muy distintas para PP y PSOE, que habrán de concretarse el próximo día 21 en las urnas. En términos nacionales, las elecciones vascas van a ser determinantes para la supervivencia del orden constitucional. Un Gobierno de coalición del PNV y la coalición proetarra sería la prueba definitiva de que los asesinos ganaron la partida al Estado de Derecho y a la Nación, por más que unos alucinados López y Basagoiti anden peleando por ver quién va a administrar una supuesta derrota de ETA, que los hechos desmienten con claridad meridiana.

El pacto PP-PSE durante esta corta legislatura, lejos de servir para nutrirse mutuamente de argumentos, estrategias y apoyos en defensa de la Constitución, las víctimas del terrorismo y la derrota total de ETA, ha sido utilizado por sus cabecillas para arrumbar los principios que siempre defendieron socialistas y populares en tiempos de Redondo Terreros y Mayor Oreja. Anulado ese pacto por su propia consunción y convocadas nuevas elecciones, toca ahora a PP y PSE explicar a sus votantes las decisiones de unos y los apoyos de los otros a una estrategia política contraria a todo lo que han representado tradicionalmente ambos partidos.

En Galicia, la normalidad democrática y el orden constitucional han de hacer frente a amenazas de menor calado gracias a la fortaleza del Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo. En materia económica, la principal preocupación de los ciudadanos, el Gobierno de Feijóo ha protagonizado una gestión irreprochable. A pesar de la dureza de la crisis y sus efectos devastadores para las administraciones públicas, la comunidad gallega es de las menos endeudadas, de las que mejor se están comportando en materia de empleo y, junto con Navarra y Madrid, probablemente la única que conseguirá cumplir los compromisos de déficit a finales del presente ejercicio.

Frente al PP gallego y su exitosa hoja de servicios, se yergue tambaleante una alternativa política que resultaría risible si no fuera por el peligro que encierra la mera posibilidad de que alguna vez llegue al poder. Un hipotético pentapartito –que puede llegar a ser hexa y hasta heptapartito–, formado por comunistas, socialistas, nacionalistas más o menos radicales y los equivalentes galaicos de los batasunos, es la otra opción con que cuenta el electorado gallego. El Partido Popular, que sólo puede gobernar en Galicia si alcanza la mayoría absoluta, tiene ante sí el reto de revalidar los resultados del propio Núñez Feijóo en la anterior cita electoral, éxito al que sin duda contribuirá la imagen de su principal rival político y el abigarrado elenco nacionalista con el que intentará hacerle frente.

Las dos campañas electorales van a concitar la atención de la opinión pública más que nunca, no sólo por la importancia de lo que se ventila en ellas, sino por las consecuencias que los resultados tendrán para toda España. Los mensajes de PP y PSOE frente a los nacionalismos locales tendrán también la máxima relevancia en relación con otro nacionalismo, el catalán, que al término de estas campañas estará a poco más de un mes de concretar su desafío secesionista.

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