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Pedro de Tena

La espantá de los ERE

Manuel Chaves y José Antonio Griñán han protagonizado esta semana la espantá más sonada de la política andaluza de los últimos 30 años.

Cagancho fue el más famoso en dar la espantá. Su nombre se une a la ciudad de Almagro y a los Carnavales de Cádiz: "Y parece mentira que, / pa coger a un Cagancho, / faltó cuatro regimientos / y un batallón de guardias de asalto". Pero los historiadores confirman que la espantá es una suerte taurina inventada por Rafael el Gallo, que se fundamentaba en la mirada del toro. Si el toro lo miraba como Pastora (Pastora Imperio, su mujer), entonces El Gallo no toreaba, aunque hubiera cárcel de por medio. La espantá, pues, y lo dijo en 1955, en una entrevista, es

no poder con un toro. Que no se puede con él y tiene uno que hacer unas cosas feas delante de un toro.

Manuel Chaves y José Antonio Griñán han protagonizado esta semana la espantá más sonada de la política andaluza de los últimos 30 años. Tras haber confeccionado una comisión de investigación a su medida, en agosto, corta, insuficiente, casi banal, salió a la sala un toro de nombre Interventor (naturalmente, es sentido figurado) que, hasta por televisión, les echó una mirada tal, que se dieron cuenta de que no podían con él. Y había que hacer cosas feas con ese toro, pero, claro, en público, así que mejor no hacerlas y dar la espantá. Y la dieron, con el quite de Izquierda cada vez más Unida al Régimen. El toro negro de la intervención volvió a los corrales, pero el público ya lo había visto y había visto la espantá de los cabezas de cartel del PSOE. También había aplaudido el arte magistral de la competencia, Javier Arenas y Eduardo Zaplana, que hicieron faenas antológicas y dejaron a sus toros, menos que vaquillas, rodados sin puntilla. 

¿Qué tuvo de particular el testimonio del interventor (dejando ya fuera el coso) en la comisión de investigación? Pues, sencillamente, hizo imposible que se pueda creer que Chaves y Griñán no conocían el procedimiento del fondo de reptiles. Convirtió en inaceptable la trola de que nadie tenía competencias para terminar con eso. Transformó en pregunta de primera calidad la que indaga quién dio la orden y el visto bueno para poner en marcha y seguir con el procedimiento irregular a pesar de las denuncias del interventor (nada menos que quince), y demostró fuera de toda duda razonable que se han regado más de 1.400 millones de euros entre ERE y empresas sin rigor, con arbitrariedad, sin control y sin papeles.

Por ello, el exinterventor de la Junta, Manuel Gómez Martínez, clamó en la comisión sobre la ironía que significaba que los que ignoraron sistemáticamente sus consideraciones hubieran dicho que no hicieron nada porque no hubo un informe de actuación de la Intervención en el caso de los ERE. La tontería de la consejera Aguayo, mano derecha y parapeto mártir de Griñán, diciendo que no leía sino que archivaba los más de 800 informes de la Intervención (los de los fondos de reptiles ni se los entregó a su jefe), hacía imposible cualquier faena que no conllevara malas artes. Así que decidieron dar la espantá y aplazar sus comparecencias hasta que alguna luz salga del chiquero, donde les espera otro toro, el de la juez Alaya, atento como pocos a este ruedo, con los cuernos sin afeitar y dispuesto a embestir a quien sea.

Conscientes de que el diseño de la comisión ha terminado por perjudicarles, Chaves y Griñán tendrán que hacer que se olvide lo que dijo el interventor, tendrán que sacarse algún conejo de la chistera y tendrán que volver a la comisión cuando ya no haya toro o el toro se haya metamorfoseado en lindo becerrito toreable y apuntillable. ¿Será eso posible? De momento, no había otra salida que la espantá, y la han dado los dos a la vez, con PSOE e IU de la mano, demostrando a los pardillos que el caso está coordinado, ¿quién lo descoordinará? El descoordinador que lo descoordinare, buen descoordinador será.

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