Qué bonitos que son los escándalos cuando salpican a Rubalcaba. Tienen la majestuosa virtud de sacar de El País lo mejor de sí mismo. Ha sido destaparse lo de Interligare y salir en tromba el periódico al rescate. La acción tiene tal carácter épico que, si tuviera un cuartillo del talento de Fray Josepho o del de Monsieur de Sans-Foy, cantaría enardecido:
¿Quiénes decís que venís?
El País.
¿A calumniar o a medrar?
A salvar.
¿De corrupción o de enredo?
A Alfredo.
Así quiere con denuedo,
muy dispuesto a "intermediare"
y tapar a Interligare,
El País salvar a Alfredo.
El artículo publicado este domingo es un ejercicio brillante de propaganda, pues su objetivo se esconde tras el pretexto de informar que en la Policía andan a la gresca. No sólo, sino que además del objetivo confeso que sirve de excusa, hay otro menos obvio, el de darle un palo a Ignacio Cosidó, Director General de la Policía, que es también un subterfugio para lo que al final realmente se hace: desacreditar toda la información que El Mundo ha publicado sobre la empresa Interligare.
El País no niega que ésta, dirigida por dos hijos del responsable de infraestructuras del ministerio, se beneficiara de varios contratos. Tan sólo matiza que Interligare ya contrataba con Interior desde 2005, cuando Luis Luengo, el padre de los ejecutivos, todavía no era responsable de infraestructuras; loque no es decir nada.
Sin embargo, donde sobresale el periódico en su brillante forma de desinformar es en ligar el asunto con el ático de Ignacio González. El pie para hacerlo es que los dos casos han generado bronca dentro de la Policía. Y los dos, a pesar de ser supuestos de corrupción que afectan a políticos, uno del PP y el otro del PSOE, son tratados de la misma manera para dar más halo de objetividad a la pieza. La conclusión que alcanza el lector inadvertido es que ninguno de los dos debió investigarse nunca, sólo que el hacerlo con el ático le costó el puesto a dos comisarios, mientras que rebuscar en Interligare sólo ha provocado el cese de un policía a partir del momento en que amenazó al jefe de gabinete de Cosidó con tirar de la manta.
Tanta razón cree tener el periódico que para demostrarlo resalta que ninguno de los dos casos ha abierto diligencia alguna en ningún juzgado, mientras que quien se empeñó en investigar a Interligare está siendo empapelado en el Juzgado número 25 de Madrid. Como si a la Policía le hiciera falta el aval de un juzgado para investigar. Necesita autorización judicial para pinchar teléfonos o realizar registros domiciliarios, pero no para hacer pesquisas.
La cuestión es que uno tiene la sensación de que el caso Interligare tiene que ser olvidado de un modo u otro, o si no tampoco se olvidará el del ático de González, que para algo han ido corriendo hasta ahora más o menos la misma suerte.
Jo, qué tropa.