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EDITORIAL

¿El PSOE contra los fueros?

Es hora ya de que todos esos resabios de la historia, que además han sido hábilmente manipulados por los nacionalismos de todo signo para ir acaparando más y más privilegios, recuperen el espacio que merecen... en el pasado

De entre toda la catarata de declaraciones sobre lo divino y lo humano con la que hasta en agosto nos obsequian nuestros políticos, es probable que muy pocas se puedan encontrar tan razonables y coherentes como las que este jueves pronunció el líder de los socialistas valencianos.

Ximo Puig, en lo que todavía no sabemos si es un cambio de línea o un mero arranque de sinceridad, criticaba las diferencias en la financiación que reciben diferentes comunidades en virtud de unos privilegios forales cuyas raíces se hunden en el tiempo - aunque no siempre tan profundas como pensamos -, pero que carecen de lógica ahora cuando "estamos hablando del siglo XXI".

Efectivamente, como bien ha dicho el socialista valenciano, "las bases de la España posible del siglo XXI no pueden ser las del siglo XVI", y dentro del necesario cambio institucional que nuestro país debe abordar para superar la crisis actual tiene que estar, necesariamente, la eliminación de unos privilegios que suponen la discriminación de buena parte de los españoles que no han tenido la suerte, al menos desde ese punto de vista, de nacer en determinadas comunidades.

Es hora ya de que todos esos resabios de la historia, que además han sido hábilmente manipulados por los nacionalismos de todo signo para ir acaparando más y más privilegios, recuperen el espacio que merecen... en el pasado, y no como parte de nuestro presente institucional.

Por otro lado, cabe preguntarse qué pensarán de las declaraciones de Puig muchos de sus compañeros de otras regiones de un partido como el PSOE, que en los últimos años ha tenido un efecto centrifugador sobre la realidad institucional española tan poderoso como el de los más radicales nacionalistas, si no aún mayor.

Resulta muy complicado imaginar que personajes como Carmen Chacón, Patxi López o los socialistas navarros o gallegos puedan sentirse cómodos con lo dicho por Puig; porque el PSOE ha sido, en varias regiones de España, más nacionalista que los propios nacionalistas. Además, por supuesto, de no tener reparo en gobernar en alegre comandita con alguna de las formaciones más radicales y antiespañolas del arco parlamentario.

Así, pese a que nada nos gustaría más que ver al PSOE abandonar la loca carrera nacionalista emprendida, con este historial a sus espaldas es lícito que sospechemos que Puig está en realidad tratando de sumarse, al menos en parte, a las tesis de un partido como UPyD que está empezando a convertirse en una amenaza para el propio PSOE y que tiene, precisamente en este mensaje en contra de los privilegios de algunas regiones, una de las claves de su identidad.

Cierto es que los de Rosa Díez están lejos todavía de los socialistas en relevancia institucional e intención de voto, pero en el último sondeo del CIS hemos podido ver como mientras unos no consiguen despegar del paupérrimo resultado obtenido en noviembre, la formación magenta cuenta ya con un apoyo casi un 50% mayor que su resultado en las generales.

Pero incluso en ese caso, el del más puro interés electoral, que el PSOE se convirtiese de nuevo en un partido nacional sería una de las mejores noticias que podríamos tener los españoles en estos tiempos de zozobra y, sin duda, un tan inesperado como importante motivo para la esperanza. No obstante, mucho nos tememos que bastarán unas pocas horas para decepcionarnos.

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