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Amando de Miguel

La Constitución del 13

El camino es, precisamente, el de reconstituir el Estado y, al final, redactar una nueva Constitución. No se trata de llenar más páginas del BOE sino de poner patas arriba la organización del Estado.

Digo del 13 porque en este año 12 del bicentenario de la de Cádiz no va a dar tiempo a redactar un nuevo texto. Pero ideas no faltan. No me da espacio más que para comentar algunas. La controversia sigue abierta.

Pedro M. Araúz Cimarra observa que la reunión que tuvimos en el hotel Sanvy algunos de los firmantes del Manifiesto de los Cien Mil recibió muy poca atención de los medios. "Es el mejor síntoma de que vamos por buen camino". El camino es, precisamente, el de reconstituir el Estado y, al final, redactar una nueva Constitución. No se trata de llenar más páginas del BOE sino de poner patas arriba la organización del Estado.

Juan Luis Luna Seoane lanza una pregunta socrática: "¿No sería ya la hora de que personas influyentes como tú animaseis la creación de un partido liberal y nacional para impulsar con ganas la reconversión de España?". Primero, la reconversión deseada es la del Estado, no la de España. Segundo, sería mejor que se convencieran los dos grandes partidos de que esa reconversión hay que hacerla. Tercero, si lo anterior fracasa, tampoco haría yo ascos a la constitución de un nuevo partido, pero de momento no es el espíritu que anima a los primeros firmantes del Manifiesto de marras.

Isidro Fuentes me dice que la Constitución del 78 se hizo por un grupo de notables, que es lo que yo propongo ahora. No señor La Constitución de 1978 se hizo por un grupo de abogados o jurisperitos, que no es lo mismo. Precisamente yo señalo lo de los "notables" para que se incluyan en ese grupo otros profesionales. Don Isidro arguye que con mi propuesta de una nueva Constitución "niegas la mínima posibilidad de que haya democracia". Ya está aquí el español apodíctico. Habrá que demostrar que una nueva Constitución es lo contrario de una democracia, algo que no se la pasado a nadie por la cabeza. Aunque a lo mejor es que me he expresado mal.

José Sogo Flores razona que no hay españoles que renuncien a lo propio por el bien común y que un eventual proceso constituyente no sería ajeno a los que "manejan actualmente el poder". Son dos presunciones muy desconfiadas. Añade don José que en el 78 no hubo realmente un proceso constituyente. Tengo otra opinión. El proceso constituyente realmente se hizo a lo largo de los años 60 y 70. Ahí está el testimonio de Cuadernos para el Diálogo.

Enrique Mateo está de acuerdo con mi propuesta. Concluye: "Preséntese a las elecciones y tiene mi voto". Gracias, hombre, pero no me veo de diputado.

José María Navia-Osorio me envía un pliego con sus ideas para la nueva Constitución. Son tan atractivas que mi conclusión es que el de Oviedo debe formar parte del grupo de notables que redacten la Constitución del 13. Resumo telegráficamente sus propuestas: algunos derechos como el del trabajo, la vivienda, la educación o la sanidad no deben estar en la Constitución. Peor es que incluya la mamarrachada de la prohibición del déficit público. No hay que contar con una federación de Estados europeos. Hay que poner fin a los privilegios fiscales de algunas regiones. La confederación con Portugal es utópica. El derecho al voto debe ser solo para los residentes en España. La sanidad no debe ser competencia de las regiones; tampoco la enseñanza. Antes de cambiar la Constitución habría que acabar con la casta política. Debe atajarse el enriquecimiento legal de los políticos. Concluye: "Si este fuera un país con principios se reanimaría la construcción porque habría que edificar una docena de cárceles más". Sugiero que algunos aeropuertos se transformen en cárceles.

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