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Ketty Garat

El 'cabezón' de Mariano y lo que está por venir

Varias veces se escuchó desde la tribuna de prensa "¡Qué cabrón!", aunque no se decirte la procedencia concreta del escaño socialista desde el que se emitió. Por ello, me parece cínica la campaña del PSOE para conseguir que Fabra presente su dimisión.

Querido Pablo:

El miércoles fue un día que mejor olvidar. Lástima que seamos periodistas y tengamos que seguir hablando de los recortes día tras día hasta que acaben. Y visto lo visto, no parece que vaya a ocurrir en el corto plazo. Jesús Posada pedía a los nerviosos senadores visitantes en casa ajena que buscaran acomodo en un escaño vacío, pero no lo había. Rajoy comenzó su discurso pero no fue hasta media hora después cuando empezó a desgranar la retahíla de recortes. Uno a uno, los diputados del PSOE comenzaron a quejarse, a interrumpir constantemente la intervención del jefe del ejecutivo. Como suele ocurrir en el hemiciclo, existe un código de lenguaje entre bancadas que consiste en gritar, vociferar o aporrear los escaños para despistar al orador y dejarlo en evidencia. Los de la bancada propia contestan con aplausos intermitentes para insuflarle moral y manifestarle respaldo, y callan en el otro extremo del arco parlamentario. De ahí surgieron los gritos que han degenerado en polémica y la ovación popular que también ha chirriao lo suyo.

"¡Que les jodan!", dijo Andrea Fabra. Pero por una vez me adelantaré a tus argumentos porque en este caso los datos los tengo yo. No fueron pocos los gritos que recibió Mariano el miércoles. De hecho, varias veces se escuchó desde la tribuna de prensa "¡Qué cabrón!", aunque no se decirte la procedencia concreta del escaño socialista desde el que se emitió. Por ello, me parece cínica la campaña del PSOE para conseguir que Fabra –hija de quienes todos sabemos–, presente su dimisión. Huelga decir que ningún diputado emitiría tal grito al hablar de los parados. No me lo creo. Y ya que estamos, recuerdo una vez en la anterior legislatura que un diputado del PSOE le gritó "maricón" a Rajoy porque anunció que no iba a apoyar un decreto ley de Zapatero crucial para su estabilidad y la del país. Lo escuchamos todos los periodistas desde la tribuna, también sus señorías... y quedó tan en evidencia quien lo dijo que tuvo que reconocerlo, aunque de aquella manera. El diputado en cuestión dijo finalmente que le había llamado "cabezón". Pero, en fin, la Política son polémicas al fin y al cabo.

De ahí la que se ha liado con Rubalcaba. Cuando el mío subió a la tribuna y lo primero que dijo fue felicitar a Rajoy por su intervención en el último Consejo Europeo, muchos de los míos comenzaron a fruncir el ceño. Rubal tenía quince minutos y no fue hasta en los últimos cinco cuando comenzó a criticar la cascada de recortes que acababa de anunciar el presidente. Los míos bufaban esperando las críticas pero supieron a poco. Nada más terminar Rubalcaba, los diputados del PSOE salieron al patio y a los pasillos: "discurso desenfocado", "ha errado el tiro", "le ha pillao con el pie cambiao". Las críticas llegaban hasta de los propios periodistas vía Twitter o in situ. La suavidad del discurso que acabábamos de escuchar nos hizo preguntarnos a todos si habría un pacto con Rajoy, si habrían hablado para solemnizar las dificultades económicas que vivimos. Incluso algún diputado del PP se preguntó en la bancada: "¿Le habrá llamado el Rey?". Y otros bromeaban en el patio: "¡Sólo le falta afiliarse al PP!".

La reacción realmente interesante se produjo al día siguiente, cuando Tomás Gómez solemnizó "el punto y final" de Rubalcaba y pidió un modelo "alternativo" a la dirección. Es lo único que le faltaba ya al líder madrileño para quitarse la careta. En resumen, Rubalcaba sigue muy preocupado. Porque los suyos no le creen y porque él no se cree a sí mismo. No se cree una oposición de echarse al monte porque no puede hacerlo habiendo sido responsable del desastre. Y al tiempo ve cómo la calle se va incendiando mientras él opta ahora por la responsabilidad.

Si te cuento todo esto es para explicarte que a Rubalcaba le queda menos de un año de vida política. Su posición al frente del PSOE es, sencillamente, insostenible. Dicen los suyos que comenzarán a hacer presión en el otoño, a la vuelta de vacaciones. Justo cuando se espera que se calienten las calles por los recortes. Rubal será una de las torres que caerán con la crisis, pero habrá más. Si Mariano no rectifica el rumbo y empieza a revisar el estado autonómico, habrá que ver lo que dicen los suyos. Tú y yo sabemos que más de uno comienza ya a criticar su gestión.

Un beso,

Ketty

PD: Por cierto, no me olvido de nuestro tonteo, pero es que ya te dije que me estoy haciendo la dura. La semana que viene, guiño, guiño...

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