El día 12 de julio, dirigiré, Dios mediante, el último programa de la temporada de Es la noche de César. Habitualmente, me he reincorporado a inicios de septiembre a esa misma tarea desde hace ya varios años, primero, en la cadena COPE y, desde hace tres temporadas, en esRadio. La próxima temporada no será así. Pero que no se alarmen los cariñosos, afectuosos y fieles seguidores ni se alegren los feroces, injustos y no menos fieles detractores que van de la progresía desorejada a la talibanía descerebrada, porque volveré. Es cierto que existen razones de fuerza mayor absolutamente ineludibles que me obligan a retrasar la reincorporación. En contra de lo que yo desearía, no queda más remedio. Sin embargo, será cuestión de pocas semanas. En el curso de las mismas, Es la noche de César seguirá funcionando de forma bastante similar a la actual. A las 20:00 horas podrán oír mi editorial, grabado ese mismo día y con la única salvedad de la diferencia horaria. Las noticias y el seguimiento de la actualidad política, económica y cultural seguirán a cargo de la redacción del programa, con el refuerzo que la actualidad pueda requerir del área de informativos y economía. A partir de las 22:00 horas –y este será el cambio más notorio– Luis Herrero me sustituirá al frente de la tertulia de análisis político hasta el momento de mi regreso. Sin embargo, los fans de Luis Herrero no deben preocuparse por su ausencia en la tarde porque no tendrá lugar. A decir verdad, Luis seguirá ocupándose de su Casa, tan particular, de 16:00 a 19:00 y además de los nunca suficientemente alabados Cowboys de medianoche.
En cuanto a mí, incluso desde la distancia, me podrán encontrar en los editoriales diarios, en mis columnas de Libertad Digital, en el periódico La Razón y, por supuesto, en las páginas de mis libros. Por cierto, aprovecho para anunciarles que, a finales de año, aparecerá uno firmado por Federico y por mí en el que tratamos, de manera casi literal, de todo lo divino y lo humano. Quizá nunca antes nos manifestamos de manera tan abierta, íntima y –creo– interesante, pero de eso ya juzgarán ustedes después de leerlo tras su presentación. Para cuando ésta acontezca, un servidor ya se habrá reincorporado totalmente a su puesto de director de Es la noche de César. Porque es indudable que no podré reincorporarme –muy a mi pesar– tan pronto como todos los años, pero, Dios mediante, para entonces ya cuento con encontrarme de nuevo entre ustedes. Esto no es, pues, un adiós, sino un hasta luego. Volveré.