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Pablo Molina

Los puticlubs de González

Cuando se trata de controlar a la sociedad, los socialistas recurren a argumentos de gran bochorno.

Felipe González Márquez ha pretendido denostar el proyecto de Eurovegas comparándolo con un puticlub. No es que el expresidente socialista tenga, en el plano económico, algo contra ese tipo de establecimientos, alguno de los cuales incluso ha recibido en Andalucía fondos destinados al fomento del empleo sin que FG emitiera la menor crítica. Su ataque al referido macroproyecto de ocio tiene que ver más con la moral pública, expediente al que el socialismo recurre con frecuencia para disimular su repulsión instintiva por cualquier iniciativa que sea capaz de generar riqueza al margen del Estado.

González, en realidad, no ha inventado nada. Fidel Castro, referente ideológico del socialismo español, ya decía antes de conquistar el poder que Cuba tenía que dejar de ser el prostíbulo de los yanquis, con el resultado de que ahora hay más prostitución que en los tiempos de Batista pero con el partido comunista convertido en proxeneta exclusivo, que es en última instancia de lo que verdaderamente se trataba.

Lo curioso es que, a tenor de las características del proyecto de Eurovegas, no parece que la prostitución vaya a tener un gran protagonismo económico, pues en el bosquejo de las instalaciones sólo aparecen casinos y hoteles (aunque, claro, la cosa dependerá también del uso que quieran dar los clientes a, por ejemplo, sus habitaciones; uso en el que, claro, también tendrán algo que decir los propietarios de los establecimientos).

¿Dónde está, pues, el problema para que el socialista González lance tan sañudo ataque? Desde luego, no en los daños a la moral ciudadana, a cuya salvaguarda parece haberse consagrado el empleado del millonario Slim, sino en la mera posibilidad de que una empresa cree prosperidad, riqueza y puestos de trabajo sin la aprobación de los políticos socialistas, para los cuales sólo el Estado ha de crear empleos, bien directamente o a través de las subvenciones.

Cuando se trata de controlar a la sociedad, los socialistas recurren a argumentos de gran bochorno, como el esgrimido por Felipe en contra del fumeteo. Asesinar niños no nacidos es una cosa de mucho progreso, pero fumar en un espacio privado con el acuerdo expreso de propietarios y clientes es un ataque gravísimo a la moral pública que el Gobierno, según González, no debería permitir.

Con su campaña de baja estofa, lo que están consiguiendo los socialistas es que Eurovegas resulte cada vez más atractivo incluso para los que siempre hemos sido escépticos respecto a este tipo de negocios. Los parados de la zona que esperan encontrar el puesto de trabajo que esos mismos socialistas destruyeron seguro que están encantados con las catilinarias de estos calvinistas interesados. Ánimo y a seguir así.

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