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José García Domínguez

Carta de amor a Leire Pajín

Cuántas piezas gloriosas no deberemos los plumillas de este gremio a la feraz sintaxis poligonera de la ida. Cuántas cuartillas vacías no nos habrá salvado el verbo choni de esa intelectual orgánica del zapaterismo, la Rosa Luxemburgo de Benidorm.

Lo dejó escrito más o menos cual sigue Bertolt Bretch, que era un cínico con talento para las frases lapidarias y vivir de las mujeres. Algunos prestan sus servicios un día y son buenos. Otros se prodigan durante un año y son mejores. Pero los hay que dan juego toda la vida, esos son los imprescindibles. La compañera Pajín, nadie lo dude, pertenecía a ese último género. De ahí que esta de hoy sea una jornada aciaga para el columnista. Cuando un amigo se va, es fama que algo se muere en el alma. Mas cuando resulta ser Leire la que coge las de Villadiego, el escritor de prensa se siente desvalido, huérfano, desnudo como los hijos de la mar.

Perder a Leire es renunciar a un tesoro. Cuántas piezas gloriosas no deberemos los plumillas de este gremio a la feraz sintaxis poligonera de la ida. Cuántas cuartillas vacías no nos habrá salvado el verbo choni de esa intelectual orgánica del zapaterismo, la Rosa Luxemburgo de Benidorm. Predijo en tiempos Lev Davídovich Bronstein, más conocido por Trotsky, que "el hombre medio alcanzará bajo el socialismo la talla de un Aristóteles, de un Goethe, de un Marx. Y por encima de estas alturas, nuevas cimas se elevarán". Anunciado estaba, pues, que el Himalaya del pensamiento político que responde por Leire Pajín llegaría a sentar sus reales en el Consejo de Ministros del Reino de España.

Y como viene en los libros que Calígula nombró senador a su caballo, igual ha de pasar a los anales que Leire portó la cartera de Sanidad y Consumo a instancias de un tal Zetapé. Marcha ahora a hacer las Américas, confiesa, para volver a "trabajar" (sic) contra la pobreza, apostolado militante que la viene ocupando desde años ha. Recuérdese el afán compulsivo con que iba acumulando sueldos públicos, regalías institucionales, momios crematísticos y chollos varios con cargo al erario. Con la que está cayendo, que dicen los pensadores de las tertulias, Leire nos deja tristes y solos in hac lacrimarum valle. ¿Qué será de nosotros en adelante? ¿Quién nos rellenará el folio en esas tardes de angustia con la mente en blanco y el reloj cruel anunciando pronta la hora de entrega? Vuelve rauda, Leire: ¡te necesitamos!

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