Resolvamos: los activistas de la extrema izquierda son libres de ejercer su derecho a boicotear los negocios a cuya política se opongan en virtud de sus libertades de expresión y de asamblea. A la inversa, los activistas de la derecha son libres de ejercer el poder de sus carteras y abstenerse de financiar a las empresas que obvien sus valores.
¿A qué esperáis, pues, conservadores? Se están produciendo ahora mismo extorsiones coordinadas que implican a algunas de las empresas más destacadas de América que han elegido rendirse al oportunismo racial y el matonismo progre. El silencio es complicidad.
El martes, McDonald's informaba a la publicación progre Mother Jones que la empresa había decidido "suspender relaciones con ALEC, el colectivo de respaldo privado que redacta legislaciones favorables al libre mercado destinadas a legisladores estatales de todo el país". La multinacional de la comida rápida sigue los pasos imprudentes de Pepsi, Coca-Cola, Intuit (el fabricante del software Quick y Quicken Books) y Kraft Foods, que habrían retirado el apoyo a ALEC tras los piquetes de Color of Change.
Es el grupo minoritario fundado por el antiguo zar del empleo verde de Obama, y miembro radical de Occupy Wall Street, Van Jones. Desde que abandonara la Casa Blanca, Jones está ocupado despachándose contra el capitalismo mientras saca tajada de ello en ventas editoriales a través de apariciones públicas.
Pero estoy divagando.
Durante años, los progres han buscado la forma de tumbar el American Legislative Exchange Council (ALEC), una asociación de legisladores estatales con cuatro décadas de antigüedad que cree en "los principios Jeffersonianos del libre mercado, el gobierno de competencias limitadas al texto constitucional, el federalismo y la libertad individual". Los veteranos expertos legislativos de ALEC han formado equipo de manera fructífera con funcionarios públicos y empleados del sector privado en la redacción de leyes estatales modelo que cubren desde la reforma de la educación a la reforma sanitaria pasando por las pensiones, la seguridad pública y el código civil.
Entre las herejías más graves del colectivo a los ojos de la extrema izquierda: apoyar las leyes que obligan al votante a identificarse para proteger la integridad electoral, la implantación de medidas contra la inmigración ilegal y la legislación de autodefensa que consolida los derechos de la Segunda Enmienda.
La idea de que empleados del sector privado y funcionarios públicos puedan trabajar juntos de forma voluntaria en legislaciones públicas es demasiado para los piqueteros de los sindicatos y los partidarios del gobierno intervencionista. El pasado otoño, izquierdistas del colectivo People for the American Way, el Center for Media and Democracy, la delegación en Arizona de la federación sindical AFL-CIO, AFSCME, el sindicato American Federation of Teachers, la patronal Arizona Education Association y el colectivo Progress Now (grupo militante respaldado por el multimillonario George Soros) tendían una emboscada a un encuentro de ALEC en Arizona con el fin de intimidar a legisladores y partidarios del sector privado. En febrero, el movimiento Occupy pasaba de demonizar a los banqueros de Wall Street a atacar a los expertos de ALEC por ser símbolos deplorables de "los beneficios y la avaricia".
Y ahora los enemigos de ALEC obsesionados con la raza están rentabilizando el tiroteo de Trayvon Martin en Florida. Culpan sin tapujos a ALEC de la tragedia afirmando que el colectivo redactó la ley estatal "Stand Your Ground" que apoya el derecho a llevar armas. Pero como señala ALEC:
El código constituyó la base de la legislación del American Legislative Exchange Council, no al revés. Además, no está claro que llegara a aplicarse a este caso en algún grado. "Stand Your Ground" o "Doctrina de Inmunidad" es un código diseñado para amparar a los que se defienden de una amenaza mortal inminente o de sufrir graves daños físicos... En último término, siempre respetaremos a los que discrepan de nosotros en cuestiones legislativas, pero intentar marcar puntos políticos aprovechando una gran tragedia como la muerte de Trayvon Martin no es justo.
Color of Change esta presionando a la ATT, uno de los miembros de ALEC, para que abandone el colectivo o será tildada para siempre de empresa racista con sangre en sus manos. Estas campañas van de la mano con las campañas de presión contra los anunciantes del gigante conservador de las ondas Rush Limbaugh. (No es casual que muchos de los mismos colectivos se involucren en ambas causas). El grupo Hush Rush ha logrado obtener de forma indirecta manifestaciones contrarias a la libertad de expresión de empresas como la cadena de restauración Arby's o droguerías Walgreens –dos empresas que nunca han sido anunciantes del programa de Limbaugh, pero que la pasada semana anunciaban que no van a contratar publicidad en su franja horaria de la emisora local–. Observe: no hablamos de cancelaciones de un anuncio; no hay ninguna pérdida monetaria. Se trata de simple política de imagen de izquierdas en estado puro, llevada al extremo por colectivos financiados por Soros, con el fin de crear la imagen de que se está produciendo una estampida de anunciantes de Rush y, en última instancia, asustar a la disidencia conservadora.
McDonald's, Pepsi, Coca-Cola, Intuit, Kraft, Arby's o Walgreens han demostrado sus verdaderas intenciones: apaciguar. Es hora de que los conservadores se mantengan firmes y dejen de entregar su dinero a estos cobardes del sector privado.
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