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EDITORIAL

A buenas horas se arrepiente el supervisor de nubes

Un político con ese currículum no puede saldar sus gravísimas responsabilidades con un amago de reconocimiento de culpa fuera de nuestras fronteras. Si tiene algo que decir, al menos que dé la cara y se lo diga a todos los españoles.

José Luis Rodríguez Zapatero nos sorprendió ayer con un particular acto de contrición acerca de su penoso desempeño en la crisis económica y el daño causado a todos los españoles. Este particular "mea culpa" no lo entonó frente a las víctimas directas de su gestión sino en la televisón Al Jazeera, donde afirmó que "si hubiera ahorrado más, ahora sufriríamos menos". Lo de sufrir desde luego no lo debe decir por él, que disfruta del retiro dorado que todos los españoles pagamos a los expresidentes del gobierno, por más que hayan sido un desastre cuyas secuelas vamos a soportar por largo tiempo. La sociedad española, en cambio, sí está padeciendo los efectos de la última legislatura de Zapatero sin que hasta el momento se vislumbren síntomas de recuperación.

Zapatero primero negó la crisis económica a pesar de todas las evidencias, más tarde reconoció cierta desaceleración económica que se solucionaría por sí sola aplicando una dosis mayor de socialismo y, finalmente, cuando los efectos de la crisis eran irreversibles, trató de capear el temporal incurriendo en uno de los mayores deterioros presupuestarios que se conocen en un país desarrollado. 

Así fue cómo el ahora arrepentido en las pantallas qataríes decidió echar mano de los 20.066 millones de euros de superávit público registrados en 2007 para, posteriormente, incurrir en un déficit de 45.189 millones en 2008, 117.306 millones en 2009, 98.227 millones en 2010 y 90.000 millones 2011. En total, la última legislatura del aspirante a inspector de nubes tuvo un coste fiscal de 351.000 millones de euros dejando así, de forma directa, una factura media de 24.000 euros a cada contribuyente neto. El resultado es que cuando Zapatero abandonó el poder la deuda pública de España se había duplicado, desde el 36% del PIB en 2007 hasta más del 70% en 2011.

Como colofón, los coletazos de su último mandato antes de entregar el poder al Gobierno de Mariano Rajoy quedaron marcados por sus falsedades acerca del déficit, que finalmente tuvo que revisarse al alza en casi 30.000 millones de euros, lo que obligó al nuevo ejecutivo a modificar sus cuentas para cumplir con los compromisos europeos en materia de gasto público.

Un político con ese currículum no puede saldar sus gravísimas responsabilidades con un amago de reconocimiento de culpa fuera de nuestras fronteras. Si tiene algo que decir, al menos que dé la cara y se lo diga a todos los españoles, especialmente a los que siguen votando a su partido como si el socialismo fuera todavía una corriente de ideas capaz de aportar soluciones en una sociedad democrática. A partir de ahí que siga luchando contra el cambio climático que, según afirmó en la citada entrevista, es lo que más atormenta la conciencia progresista de nuestro particular hombre de Estado.

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