Durante años, el PSOE se negó a hacer nada para afrontar la crisis. Lo poco que hizo fue obligado desde Bruselas. Mientras países como Irlanda o Estonia tomaron decisiones difíciles, con las que no estamos necesariamente de acuerdo, y hoy han recuperado ya la senda del crecimiento, Zapatero y Rubalcaba decidieron hacer lo menos posible, dejando que se pudriera un problema que para cuando, por fin, abandonaron el poder ya se había gangrenado.
La razón es obvia: no son socialdemócratas sino socialistas, y por tanto los pequeños detalles prácticos como que el sistema sea viable económicamente no alteran sus planes de gobierno. Es pensamiento mágico en estado puro: parecen querer que sean los alemanes, que ya hicieron ajustes en su día, quienes adopten medidas de control del gasto público como el copago sanitario para que así tengan dinero con el que pagarnos a nosotros un sistema público de salud insostenible.
El Estado del Bienestar no es un derecho: es simplemente una serie de servicios que pagan los contribuyentes en lugar de quienes los disfrutan. Durante años pensamos que esa gama podía ampliarse sin freno porque podíamos permitírnoslo. Su crecimiento no sólo ha sido oneroso, sino que ha traído consigo muchos de los males que incluso algunos de sus promotores denuncian: pasotismo, dependencia, altos impuestos... Pero es que ahora, además, está claro que no nos lo podemos permitir. Y reconocer esta realidad no es ser de derechas ni de izquierdas. Es simplemente no estar ciego. O, en el caso de Rubalcaba, no taparse los ojos.
Hemos criticado al Gobierno de Rajoy y lo vamos a seguir haciendo por no hacer lo antes posible todo lo necesario para sanear las cuentas públicas, afrontando las críticas que tengan que venir y que, de todos modos, no se diferenciarían demasiado de las que están recibiendo ya. Pero tampoco se puede negar que los populares han hecho mucho, pero mucho más en estos meses que Zapatero durante sus ruinosos siete años y medio de gobierno. Y que a la irresponsabilidad de los socialistas en el Gobierno se suma ahora la que demuestran en la oposición.
Rubalcaba ha optado este lunes por volver a demostrar lo bueno que es para los españoles que esté en la oposición, y no en el Gobierno. No sólo ha intentado eludir responsabilidades con retórica, sino que se ha negado de nuevo a que se hagan unos ajustes que desde una perspectiva liberal son buenos en sí mismos, pero desde una socialdemócrata son un mal necesario para poder mantener el grueso de sus políticas. Un Estado quebrado no puede pagar la sanidad o la educación. Pero se ve que esa es la vía socialista, como demuestra el Gobierno andaluz. España podría estar mejor con un Gobierno más decidido, sí, pero parece claro que con el PSOE al mando estaríamos de camino a Grecia.