Humildemente, pienso que todo los esfuerzos que se hacen en España para comprender los asuntos identitarios de nuestro país, desde la exaltación de los nacionalismos separatistas hasta el avergonzamiento por la identidad nacional de la nación realmente constituída, adolecen todavía de un despiste bastante notable. Este artículo se puede resumir en que Cristina Losada expresa su perpeplejidad ante un silogismo que no funciona: si una nación como la Gran Bretaña expresa su patriotismo sin complejos en las grandes ocasiones, y España es otra nación, ¿dónde está nuestro patriotismo? Todo el acercamiento que se hace al asunto es desde silogismos escritos en un papel y manejar conceptos que los sabios en sus libros han lanzado sobre el tema de las identidades. ¿El trabajo científico de bajar a la arena, observar y escuchar a la gente y preguntarse por qué piensan y actúan como lo hacen? Bah, eso es cosa de mentalidades de otras latitudes. ¿El análisis de hechos concretos, escritos concretos de quienes no piensan como nosotros? Bah, con haber leído algo de Prat de la Riba y de Arana, cosas de hace 100 años, ya está uno informado para escribir algunas líneas. El papel lo aguanta todo
No creo que haya habido mucho nacionalismo británico en Escocia estos días.
Es más, de toda la gente que conozco, no hay ningún inglés fervoroso en favor de la Monarquía, y sí me he encontrado a más de uno rabiosamente en contra.
La monarquía inglesa no cuenta con el fervor popular, en un Londres con más de 7 millones y medio de habitantes, los que han ido al río a ver el espectáculo, porque de ver un espectáculo gratis se trataba y no de otra cosa, han sido una minoría.
Muy buen articulo. Gracias.
Yo soy medio inglesa y ver como adoran a la familia real me da mucha envidia. Vi el concierto delante de buckingham en SKY y fue extraordinario, en calidad y en organización, tuvieron incluso a la banda Madness cantando en la terraza superior la canción 'our house, in the middle of the street´cargada de simbolismo. Que idea mas genial.
Y por mucho que costasen los festejos, han aportado muchísimo más en turismo y ventas. Los Británicos saben muy bien lo rentable que es su familia real, por esto la cuidan y adoran.
Los nacionalistas británicos, una pequeña minoria, han tenido un fin de semana penoso..... y, que les den!
Una vez más, Cristina, he gustado de su artículo. Por falta de información, albergo alguna duda sobre si los actos de exaltación a Isabel II en su jubileo fueron de británicos o de, simplemente, ingleses. Y en ese caso, una exhibición hegemónica popular. La duda me viene de mi creencia en que no estamos tan solos, como desde aquí pudiera parecernos, en padecer las fuerzas nacionalistas centrífugas y en los sentimientos iconoclastas.
Yo, que los viví, no soy de los que echan la culpa del nihilismo patriótico de ahora a los excesos del franquismo. Más bien, éstos -y en eso- fueron la reacción necesaria al antipatriotismo disgregador precedente. "Volverán las oscuras golondrinas... ". No me cabe duda.
Con afecto.
Una vez más de acuerdo. Orwell también dijo que alguna relación había entre que el símbolo del Estado fuera rodeado de pompa aunque no tuviera poder efectivo y que en la historia reciente de Gran Bretaña hubiera una clamorosa ausencia de sangrientos fantoches como Hitler o Stalin.
(sigo)
El origen de nuestras tribulaciones nace a finales del siglo XIX, cuando ciertos intelectuales catalanes piensan, por un lado, que el estado español es una rémora para las posibilidades de expansión económica de Cataluña, pero también por otro lado, que existe una diferencia no sólo lingüística entre los catalanes de aquella época con el resto de los españoles. Una idiosincrasia diferente y una originalidad cultural no asimilable a los patrones del resto de España. Después vino el franquismo que lo reprimió (con la colaboración de la burguesía catalana, que lo prefería a lo que había visto durante la república y la guerra), el cual, venció por goleada al catalanismo en un terreno del que nadie habla: la demografía. Desde que yo nací, hijo de andaluces, para mí lo catalán era algo ajeno, y a medida que me iba haciendo mayor veía como cada vez eso se quedaba enterrado en una sociedad que se constituía como una mezcla de toda España y en la que la lengua de integración y de uso corriente era el español. Y entonces llegó el fin del franquismo, en el que unos políticos extremadamente hábiles pero representando sólo a una parte de la sociedad catalana, minoritaria en las zonas urbanas, con el contraste de unos políticos del resto de España miopes y oportunistas, obtuvieron todas las facilidades para implantar una dictablanda a la inversa de lo que fue el franquismo. El pujolismo (en el que todavía vivimos en Cataluña) consiste en utilizar todos los asuntos simbólicos y crear toda la escenografía necesaria para que la inmensa población de Cataluña de lengua castellana (porque somos originarios de otros puntos de España), reneguemos de nuestra lengua. En ese terreno es donde hay que buscar la explicación de todo lo que nos ocurre en ese importante motor de la historia que es la cuestión identitaria. Mientras no se descienda a ese nivel, el de la maldición de Babel, seguiremos dando palos de ciego