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EDITORIAL

¿Por qué no te callas, Draghi?

El gobierno de Rajoy debería exigir a Mario Draghi juego limpio dadas las semejanzas de la situación de España e Italia, países que compiten para superar la crisis y cuya imagen hay que preservar con el fin de no perjudicar a uno en beneficio del otro.

El presidente del Banco Central Europeo ha realizado esta semana unas declaraciones acerca de la gestión del gobierno español en la nacionalización de Bankia que, siendo generosos, cabe calificar como mínimo de extemporáneas. Sus opiniones sobre cuestiones internas de la política española exceden sus responsabilidades al frente de esa institución que, en aras de preservar su independencia, deberían limitarse a las cuestiones que realmente atañen a la importante gestión que tiene encomendada.

Draghi, por otra parte, no es seguramente la persona más indicada para hacer juicios de valor personales sobre la forma en que España lleva a cabo el saneamiento de su sistema financiero, habiendo estado al frente de la división europea de un importante banco norteamericano que hubo de ser rescatado de la ruina y que, además, se encargó de asesorar al gobierno griego sobre la forma de afrontar la crisis con el resultado por todos conocido.

Es cierto que el gobierno de Rajoy ha gestionado el saneamiento de una parte de la banca española de manera discutible en algunos aspectos, pero no parece oportuno que el responsable de la institución que en última instancia ha de velar por el reflotamiento de las finanzas europeas se ensañe con nuestro país, mientras deja a salvo de cualquier crítica el suyo, Italia, a pesar del deterioro evidente de la imagen que la clase política transalpina ha venido ofreciendo al mundo entero en los últimos años.

El Banco Central Europeo ha de colaborar con los países de la zona euro para solventar la crisis financiera, que pone en peligro la recuperación, pero además ha de hacerlo con ecuanimidad, porque cualquier crítica interesada a uno de esos países puede tener un coste añadido del que quedan librados aquellos otros sobre los que se guarda silencio.

El gobierno de Rajoy debería exigir a Mario Draghi juego limpio en esta importante cuestión dadas las semejanzas de la situación de España e Italia, países que compiten en sus esfuerzos para superar la crisis y cuya imagen hay que preservar con el fin de no perjudicar a uno en beneficio del otro.

Si Draghi quiere opinar libremente sobre lo mal que lo hace España mientras guarda silencio sobre el desastre financiero italiano, que nada tiene que envidiar, puede hacerlo perfectamente pero primero debe renunciar a su puesto actual. Mientras siga al frente del Banco Central Europeo tiene la obligación de jugar limpio y el gobierno de Rajoy el deber de recordárselo. Tantas veces como haga falta.

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