Dan hoy los medios de comunicación como gran noticia que el PSOE se abstiene en la votación de la reforma del sistema financiero gracias a haber aceptado el PP cuatro de las cinco modificaciones propuestas por los socialistas. Bien, ¿y qué? Considerando que estamos donde estamos por culpa sobre todo de los socialistas, su apoyo a determinada reforma no puede ser otra cosa que un baldón para ella. Ya no es cosa de tocar aquí y allá tal y cual ley o recortar acá y allí tal o cual partida. Para lo único que harían falta los socialistas es para darle la vuelta al sistema constitucional y hacerlo viable económicamente, o sea, liquidar las Comunidades Autónomas. Como eso no se va a hacer y, aunque el Gobierno del PP quisiera hacerlo, Freddy no va a querer involucrarse, lo mejor es olvidarse de lo que opinen o voten los socialistas y dedicarse los populares a lo que es su obligación, gobernar.
No hay dinero. Estamos al borde de la intervención. Los capitales privados huyen del país a paso de legionario. En Europa se fían de Rajoy poco más de lo que lo hacían de Zapatero. Montoro se muestra dispuesto a hacer hoy lo que dijo hace tres meses que nunca haría, subir el IVA. Pagamos al año de intereses de la deuda treinta mil millones de euros y los recortes más brutales apenas alcanzan a cubrir un tercio de esa suma. Y todavía no se ha cerrado una televisión autonómica. Se recorta la educación, pero sigue habiendo dinero para impartir Educación para la ciudadanía. No se ha privatizado una sola empresa pública. Se siguen pagando rentas de emancipación, abortos, tratamientos de fertilidad y operaciones de cambio de sexo. La inspección de trabajo es incapaz de perseguir a los defraudadores del subsidio de desempleo. Y la inspección de Hacienda sigue sin saber cómo atajar el fraude fiscal. Se siguen pagando subvenciones a sindicatos, patronales, partidos, fundaciones y a empresas de todo pelaje. Seguimos teniendo más políticos por habitante que nadie, con dos decenas de parlamentos, un enjambre de miles de parlamentarios, centenar largo de ministros y consejeros, decenas de miles de asesores, directores generales de las cosas más variopintas, interinos y contratados a manos llenas. Seguimos pagando a miles de liberados sindicales.
Para atajar todo eso, que no sé cuántos miles de millones serán al año, pero seguro que muchos, no hace falta que arrime el hombro ningún socialista y, menos que ninguno, Freddy. Lo que hace falta es tener en el Gobierno a hombres de Estado. Pero, a pesar de disponer de la clase política más numerosa que tenerse pueda, que podríamos poblar una provincia entera con ella, lo que se dice hombres de Estado no tenemos. Y luego viene Felipe González a decirnos muy circunspecto que vivimos una situación de emergencia. Un lince el tío. Y todo para justificar la hipotética formación de un gobierno de coalición cuajado, cómo no, de socialistas. Lo que hay que aguantar.