Es conocida la natural tendencia del español, especialmente el de derechas, al fulanismo. Uno fue maurista o no lo fue como hoy es rajoyista o no lo es. La política no es el único ámbito en el que florece el fulanismo. Por ejemplo, uno puede ser raulista o josétomista o no serlo. Pero, el arriolismo es algo nuevo porque el fulano al que hay que apuntarse o desapuntarse no aspira a mandar en nada, salvo en la voluntad del presidente del PP, que eventualmente puede serlo también del Gobierno. De manera que quien tiene que plantearse si es o no arriolista es sólo una persona, quien reine en Génova, 13. Que los demás seamos o no arriolistas es irrelevante, sobre todo para Arriola, que se debe, como muy bien él dice, a su cliente.
Entonces, ¿por qué deja entrevistarse? Puede haber otras razones, pero creo que es tan sólo cuestión de vanidad. Arriola, a diferencia de los políticos, no tiene nada que ganar de una entrevista. Ahora, eso sí, comete el mismo error que ellos al exigir que quien pregunte sea alguien que garantice que uno va a quedar bien. No se da cuenta de que la hagioentrevista sale casi siempre mal porque el entrevistado no acierta a escapar del ambiente almibarado y jabonoso y termina exponiéndose en toda su arrogancia. Vean si no.
Cuenta Graciano Palomo que "fue iniciativa de Pedro Arriola reformar la Constitución para poner un tope al déficit –expresada por Rajoy en 2010– y comprada por Zapatero en 2011". Así que la única reforma importante que ha sufrido nuestra Constitución ha salido del magín de Pedro Arriola. Menos lobos. Tiene también gracia que se vanaglorie de no cobrar ni un euro del presupuesto público. ¿Y de dónde se cree Arriola que saca el PP el dinero para pagar sus honorarios? Es como si Méndez o Toxo dijeran que no cobran un duro del erario público porque quien les paga es el sindicato. Tampoco está mal cuando el periodista le pregunta por qué a Mariano lo rechaza un sector de la derecha y Arriola contesta que Mariano no hace caso a ese sector. Es una manera muy rara de aconsejar cómo ganar elecciones al presidente de un partido de derechas decirle que no haga caso a un sector de esa derecha. Pero, al final Arriola termina teniendo razón ya que Rajoy acaba ganando a pesar de no hacer caso de sus electores. Sin que importe que al aconsejado le cueste tres elecciones vencer a un tipo de tan poco fuste como Zapatero. Y sólo después de que éste haya llevado al país a la bancarrota. De 2004 explica muy bien como él sabía que si los terroristas resultaban ser islamistas, el PP perdería las elecciones. Un águila. De 2008 no dice ni una palabra.
Luego, el arúspice se confiesa al fin humano y musita que "incluso para mí, la no mayoría absoluta [en Andalucía] fue una sorpresa". Lo que hay que aguantar.