No sé si recuerdan que en la Navidad de 2007 Nicholas Sarkozy y Carla Bruni hacían un viaje (de pre-novios) a Egipto. Un viaje privado, que vino, en cierto modo, a oficializar la relación. Turismo, paseos, manitas, carantoñas, fotos en todas las revistas...
A mí me sentó fatal aquel viaje. Pero fatal. Tanto, que escribí un romance despechado ("¿Por qué, Nicolás, por qué / me has quitado a Carla Bruni?"), que pueden leer en este enlace.
En fin, qué quieren que les diga. Hollande me parece un desastre, pero estoy contento: Sarkozy ya no es presidente de Francia. Y a lo mejor cambian las cosas. Quién sabe.
La République estuvo a tu servicio:
domaste la grandeur con tu arrogancia
y, entreverando guiños y distancia,
desempeñaste el cargo con oficio.
No sé si te ha supuesto sacrificio
ser, con alguna que otra discrepancia,
en cierto modo, el símbolo de Francia:
su imagen, su pendón, su frontispicio.
(Discúlpame el "pendón". No te confundas:
te juro que lo he dicho sin segundas...
¡ya he vuelto a estar a punto de cagarla!).
En fin, que yo no incito ni disuado,
pero si Nicolás está acabado...
¡acuérdate de mí, querida Carla!