Si tenemos que evaluar la calidad de nuestra democracia por el comportamiento de la oposición, creo que la democracia española dista mucho de alcanzar los estándares medios de las democracias occidentales. No hay día sin que el PSOE e IU no nos den una nueva muestra acerca de su desprecio por las reglas básicas de la democracia política, por no decir nada de las constantes amenazas que lanzan los nacionalismos para romper el suelo de nuestro sistema político, a saber, la nación española. Pareciera que para el PSOE, IU y los nacionalistas la democracia no es nada si no les sirve para estar en el poder.
El último y patético ejemplo lo dio ayer el señor Valderas, el jefe de IU, en Andalucía, y socio de gobierno de Griñán, quien ha dicho que no respetará la política de ajustes propuestas por el propio gobierno del que él formará parte nada más que "por imperativo legal". Estas declaraciones sólo admiten dos interpretaciones o son de un loco, que necesita internamiento clínico de inmediato, o son de un revolucionario, que quiere aún más poder para llevar a cabo el desmantelamiento de las instituciones democráticas. Tiendo a pensar que van por la segunda opción. Es obvio que IU no sólo quiere hace oposición al gobierno de España desde el mesogobierno de Andalucía, sino que trata de subvertir el orden institucional de la democracia y, por eso, mantiene esa sandez revolucionaria tan agresiva y amenazadora como ridícula y torpe. Todo es salvaje.
El problema no se delimita, por desgracia, al grupo político del que forma parte el señor Valderas, sino a quien admite, aplaude y acoge en su seno ese discurso destrabado y al margen de cualquier lógica democrática. Tan falso y deleznable es lo que dice IU como quien se lo acepta, el PSOE, por no ceder el poder a la fuerza política, genuinamente, ganadora de esas elecciones: el PP. Me temo, pues, lo peor para Andalucía y España con el nuevo gobierno de Griñán. Sospecho que el mesogobierno de la coalición PSOE-IU, en Andalucía, será todo un laboratorio político, un experimento totalitario, para desmontar la democracia española. Apenas nada decente, sensato y coherente ha dicho Griñán en su discurso de investidura, pero aceptar como socio de gobierno a una fuerza política, IU, que comienza por cuestionar la legitimidad de las medidas que pudiera tomar un gobierno de los que ellos forman parte es, ya digo, de locos o de salvajismo revolucionario.