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Emilio Campmany

Negar la evidencia

Dado que la dispersión de los presos etarras es un elemento de la política antiterrorista, no cabe duda de que el acercamiento, bajo promesa de lo que sea, implica, en contra de lo que dice Rajoy, una alteración de dicha política.

Este "ambicioso" plan de reinserción de etarras que Jorge Fernández ha tenido a bien revelarnos huele a Zapatero a kilómetros de distancia. Tanto es así que, como muy bien ha destacado Dieter Brandau, es la única medida del PP que el PSOE se ha apresurado a aplaudir de todas las que Rajoy lleva tomadas desde que ganó las elecciones. Y, como toda la política antiterrorista del solemne, conduce, como ya advierte Mayor Oreja, a la derrota.

Rajoy, con un punto de enojo, ha dicho en rueda de prensa que la política antiterrorista del Gobierno no ha variado ni variará, aunque ha reconocido que el plan existe. Ese plan prevé el acercamiento de terroristas etarras a cárceles vascas si se desvinculan de ETA. Es verdad que la gracia, el acercamiento, no es propiamente un beneficio penitenciario. Y también lo es que ya existe la vía Nanclares (otro lote de la herencia de Zapatero), que otorga genuinos beneficios penitenciarios, aunque lo hace a cambio de cumplir condiciones más exigentes. Pero, dado que la dispersión de los presos etarras es, desde que la ideó Enrique Múgica, un elemento de la política antiterrorista, no cabe duda de que el acercamiento, bajo promesa de lo que sea, implica, en contra de lo que dice Rajoy, una alteración de dicha política.

Lo cual nos lleva a concluir que es evidente lo que antes sólo intuíamos. Rajoy tiene decidido continuar la política de Zapatero y cumplir, al menos en lo que se refiere a política penitenciaria, lo que éste prometió a la banda. La única diferencia con el dirigente socialista es que, al menos por el momento, el popular no piensa reconocerlo.

Cobra ahora todo el sentido la reunión que durante dos horas mantuvo Zapatero poco después de las elecciones con Jorge Fernández. Es obvio que tal reunión tuvo por objeto contarle al nuevo ministro del Interior los detalles de lo pactado con la ETA. Unos pactos que probablemente Rajoy se había comprometido a respetar sólo genéricamente. Indudablemente, el PP ha hecho suyos los que se refieren al acercamiento de presos etarras y a las concesiones de beneficios penitenciarios en según qué condiciones. Ahora lo interesante sería saber si Zapatero asumió otros compromisos (en relación a la autodeterminación o a una posible anexión de Navarra al País Vasco, por ejemplo) y si esos también han sido asumidos por Rajoy.

La estrategia de negar que está haciendo lo que está haciendo tiene para el gallego la ventaja de que de ese modo la discusión se mantiene en eso, en si lo que hace lo está realmente haciendo. Y así impide que el debate suba al estadio siguiente, esto es, a si su respeto al compromiso de Zapatero respecto a los presos significa que está dispuesto también a cumplir las demás cosas que el socialista pactó con la ETA. Me temo lo peor.

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