Está claro que parte de la izquierda de este país no renuncia a la violencia como forma de hacer oposición: este miércoles un grupo de "indignados" por los nuevos precios del transporte público en Madrid no se les ha ocurrido otra forma de protesta que accionar de manera coordinada y simultanea los frenos de emergencia en trece convoyes de nueve líneas del metro. Aunque, afortunadamente, nadie haya resultado herido, este boicot ha provocado unos retrasos que han afectado a más de 8.000 viajeros. Esperemos que los autores de semejante salvajada no se vayan de rositas, tal y como ha señalado, valiente y contundentemente, la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre.
No menor contundencia cabe exigir al ministro del Interior a la hora de impedir los nada disimulados planes de los extremistas del 15M de llevar a cabo una nueva y no menos ilegal acampada en la Puerta del Sol desde el 12 de mayo –fecha en la que tienen previsto manifestarse– hasta el día 15. Aunque no fuese acompañado de otros actos de violencia –tal y como ha sucedido en ocasiones anteriores–, el mero hecho de acampar, no en el campo, sino en pleno centro de una ciudad, ya constituye un acto delictivo, ante el que las autoridades públicas no es que tengan el derecho, sino que tienen el deber de perseguir y castigar.
Si los socialistas pretenden que nadie los vincule con esta forma violenta y delictiva de hacer oposición al Partido Popular, ya pueden ir respaldando e instando al Gobierno a mantener la Ley y el orden, base y garantía de la libertad y seguridad de todos. En caso contrario, muchos tendremos el derecho a pensar que los recientes llamamientos del PSOE a "tomar la calle" –como el que con tanta desfachatez hizo Elena Valenciano el mismo día en que la UE confirmaba el brutal agujero dejado por Zapatero– es una forma de tirar la piedra y esconder la mano. Conviene también no olvidar, a este respecto, el bochornoso alineamiento del PSOE con los "indignados" que, hace escasos meses, causaron cuantiosos destrozos en la ciudad de Valencia, ante los cuales los socialistas solo tuvieron palabras para denunciar la brutalidad... policial.
Esperemos, finalmente, que al gobierno del PP no le atenacen los complejos de demócrata recién llegado y, por el contrario, reprima estos actos de violencia política con toda la fuerza y contundencia que le otorga el Estado de Derecho. Si hay algo que caracteriza a la democracia es la proscripción de la violencia como forma de oponerse o de buscar una alternativa a la política de un gobierno legítimamente elegido. El hecho de que los gobernantes del PP sean los destinatarios de esta violencia política no les eximirá de la responsabilidad de no haberla reprimido.