Las palabras son unidades de pensamiento, pero no se asegura siempre un buen resultado. Son innúmeras las insensateces que podemos decir al hablar o al escribir. Solo tengo espacio para un pequeño muestrario, el que me proporcionan los curiosos corresponsales.
J.J. Carballal me pide que comente esa nueva moda de la voz "gobernanza". Supongo que quiere decir "gobernación". La tontería procede del inglés. En ese idioma no hay palabra adecuada para "gobernación", así que han dado en decir "governance". En español no necesitamos esa innovación, pero la imitación y la pedantería pueden con nosotros.
Agustín Fuentes me envía un largo y enjundioso manifiesto en el que se recogen algunos usos del politiqués. Por ejemplo, se dice que Madrid es una "autonomía artificial", como si las hubiera naturales. Lo cierto es que la comunidad de Madrid (que no se titula como autónoma) es la más próspera de todas. Señala también don Agustín la visita del presidente de Canarias al Rey de Marruecos. Para don Agustín se trata de un teatro ridículo, un vodevil, y más si se presenta como una consulta ingenua para ver de no explotar el petróleo que yace en el subsuelo entre Marruecos y Canarias. Otro "mantra de las autonomías", según don Agustín, es que el sistema autonómico ha resultado beneficioso, aunque no se dice para quién. El valenciano se irrita especialmente con esa jaculatoria de "desde el consenso". Comenta: "No se puede observar nada desde el consenso, pues para que haya consenso, todos tienen que estar dentro de él". Concluye don Agustín con un lamento regeneracionista, la observación de que "los intereses de los políticos y de los españoles van por caminos contrarios". Para ello asimila dos términos de la jerga argentina: los "padentranos" (= lo propio de los bonaerenses) y los "pajueranos" (= los de fuera, los foráneos). Añado que en México dicen "fuereños" a los forasteros en el DF, que por eso quiere decir "defiéndete fuereño".
Eduardo Fungairiño observa que en inglés tiene cierta gracia fonética la locución "last but not least", pero que en español queda muy forzada al traducirla por "por último pero no menos importante". Me quedo con la expresión que dice Nicolás Redondo, padre: "Al último". Es un vasquismo muy saleroso.
Fidelio Herrera apunta una frase muy redicha que se oye por los altavoces de las estaciones de autobuses interurbanos. Por ejemplo: "El autobús con destino Bilbao va a efectuar su salida...". En efecto, los avisos por megafonía suelen ser muy circunspectos. Ese verbo "efectuar" equivale a realizar una acción programada. Más sencillo sería "el autobús de Bilbao sale...".
J. A. Martínez Pons se ha entretenido en coleccionar algunos vulgarismos muy chistosos: cocretas, micromina, amoto, etc. El profesor sostiene que, con el tiempo, algunos de esos vulgarismos se introducirán en el lenguaje canónico. Estoy de acuerdo. No hay más que comparar algunos términos de los diccionarios de uso frente a los del DRAE. Sería interesante, como sugiere el de Mallorca, cómo nombran los pacientes al otorrinolaringólogo. Tengo un buen amigo de esa especialidad y, naturalmente, se dirigen a él como "doctor Torrino".