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EDITORIAL

Los linchadores, retratados

Hoy, cinco años después, en Zarzuela habrán tenido oportunidad de leer lo que escriben algunos de los linchadores más destacados, y se preguntarán: ¿utilizarán la misma soga con la que trataron de linchar a Jiménez Losantos para colgar ahora al Rey?

Por méritos propios, el Rey está en el peor momento desde que sucedió Franco al frente de la jefatura del Estado, cumpliendo la voluntad del dictador. El accidente en la cacería de Botsuana, viaje privado y secreto hasta el percance, le puede costar a Don Juan Carlos mucho más que una rotura de cadera, por la que fue operado en la clínica madrileña de la que ya es un paciente habitual. Durante demasiado tiempo el Rey y la Corona disfrutaron de una inmunidad en la prensa y la opinión pública, impropia de una sociedad democrática.

La actitud genuflexa y cortesana de la inmensa mayoría de la prensa, convertía en juegos florales las loas que en esos mismos medios ensalzaban lo "moderna" que era nuestra Monarquía. Las actividades públicas y privadas del Rey, muchas de ellas criticables, escapaban al imprescindible control que la prensa debe ejercer sobre todas las instituciones democráticas. Cualquier objeción era despachada con una apelación al hondo ‘juancarlismo’ de la sociedad española.

Es cierto que tanto el Rey como la Corona han gozado de una enorme aceptación en la sociedad española, refrendada en todos los estudios de opinión publicados en las últimas décadas. Al menos hasta el escándalo protagonizado por su yerno Iñaki Urdangarín y su hija la infanta Cristina. Pero también es cierto que el papel del Rey ha distado mucho de ser ejemplar en muchos asuntos. Dejando a un lado sus actividades privadas y amistades poco edificantes, lo más grave ha sido la dejación de funciones que como Jefe de Estado le otorga la Constitución en dos asuntos tan cruciales como la reforma del Estatuto de Cataluña y la negociación con la ETA, desencadenantes de la crisis nacional que está en el epicentro de la situación de emergencia de la Nación española.

Fueron estas cuestiones y no otras las que motivaron las críticas de Federico Jiménez Losantos al Rey. Ya en el año 2007 el director de Es la mañana de Federico hablaba de la abdicación de Juan Carlos en favor de su hijo el príncipe Felipe, para un mejor funcionamiento de la Corona, en beneficio de la Nación española a la que debe servir. Estas críticas, amparadas por la libertad de expresión y opinión, al papel del monarca que no ponían en cuestión la institución, fueron utilizadas de manera torticera en la brutal campaña, que Federico Jiménez Losantos relata en El Linchamiento, que tenía como objetivo silenciar al comunicador entonces en la COPE y condenarlo a la muerte civil.

La Casa del Rey participó activamente, junto a medios de comunicación y partidos políticos en aquella siniestra operación. Hoy, cinco años después, en Zarzuela habrán tenido oportunidad de leer lo que escriben algunos de los linchadores más destacados, como es el caso del exdirector de ABC, José Antonio Zarzalejos en El Confidencial, o las declaraciones de dirigentes socialistas como Tomás Gómez, y seguramente se preguntarán: ¿utilizarán la misma soga con la que trataron de linchar a Federico Jiménez Losantos para colgar ahora al Rey? 

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