Defensa de Javier Arenas
¿Es mucho pedir que los que creemos en la libertad, en la democracia, en el derecho, en la prosperidad y en la competencia de los andaluces demandemos un poco de comprensión y de ayuda para Arenas y su tarea no exenta de defectos, pero hercúlea y recta?
Es amigo, sí, desde hace años, pero la amistad no me convierte en siervo o botarate. Durante mucho tiempo he estado escuchando las diferentes acometidas, unas urgentes y la mayoría diseñadas, contra la persona y figura de Javier Arenas. Aquí hay políticos y periodistas que lo condenan incluso por ser de origen democristiano, al parecer algo esencialmente peor que marxista o liberal o nacionalista. Hay otros que lo condenan por todo lo contrario, por no creer en nada, por no tener más que el don del oportunismo y el enredo. El régimen andaluz lo acusa de señorito, de capitán de explotadores y ruines, de liquidador de pobres y desvalidos. Los más suyos callan, no todos ellos por razones nobles. Los menos suyos admiten con una facilidad arracional las letanías de que el verdadero cambio de Andalucía es el cambio de Javier Arenas por otro u otra hueste del PP andaluz. De caballo volador a caballo que no raya que se vaya, en dos días. Yo defiendo que Javier Arenas ha hecho y debe seguir haciendo una labor hercúlea por la libertad, la prosperidad y la autonomía de los andaluces en el seno de la España democrática, unida y común y por la sustitución de una sociedad dominada por un régimen espurio por una sociedad abierta, competente, competitiva y sin miedo. Por eso en 1995, cuando apenas lo apoyaban, lo apoyé y por eso ahora, lo sigo haciendo.
Está claro que Javier Arenas no va a gobernar, pero esto no quiere decir que haya retrocedido. Es más, aunque no se recuerde, ha ganado las elecciones. De 47 diputados ha pasado a cincuenta, la fuerza más votada. Ciertamente, se han quedado 420.000 votos en el camino desde noviembre de 2011. Pero, ¿es tal cosa responsabilidad de Arenas? Creo que quienes recomendaron al PP andaluz –muchos de ellos cobijados en el PP andaluz–, que había que mantener un perfil "bajo" son los verdaderos responsables de que el PP no sea hoy el partido del gobierno en Andalucía. Acogotados desde hace 20 años por el absurdo miedo a la movilización del régimen socialista y sus afines, corrupto hasta la médula, nadie del PP andaluz ha explicado la reforma fiscal que ha colmado la paciencia de muchos profesionales, empleados, pymes y autónomos, ni la reforma laboral, ni la herencia sufrida ni, lo que es mucho peor incluso, qué Andalucía abierta y competente se desea. Se dice que no ir a Canal Sur TV fue un error. No en sí mismo, porque dignidad hay que tener. Absurdo fue no ir a RTVE, a Antena 3, a Metropolitan TV, a cualquier cadena de TV, o foro de Internet o ventana abierta local o nacional a explicar el por qué y el para qué de las cosas que todos sabían que había que hacer por causa de la hemorragia producida por el desastre socialista y el horizonte de un nuevo ideal andaluz. ¿Ha sido el perfil bajo una decisión adoptada por Javier Arenas o aconsejada, cuando no impuesta, por la dirección nacional a Javier Arenas?
¿Puede irse a su casa Javier Arenas como desean sus casi todos enemigos, que lo reconocen como el enemigo de verdad, y muchos de sus "compañeros de partido"? Puede, pero no debe. No debe dejar Andalucía hasta que el cambio se produzca. Se ha convertido en su sino, tras haber sido vicepresidente, ministro y secretario general. Por lo que uno conoce desde hace muchos años, no hay ni líder ni lideresa comparable a Javier Arenas en conocimiento de la realidad andaluza, ni en "carisma" interno en el seno del actual PP andaluz en el que actúa como árbitro aceptado de mil y una aspiraciones e intereses personales, en conocimiento de "lo político" como sistema de gestión y organización, en conocimiento de un PP andaluz que ha amamantado desde 1990... Sin Javier Arenas al frente de este PP andaluz, el PP estallaría antes o después. Si no estalló en su época ministerial fue por la decisiva e impagada tarea de Teófila Martínez, militante disciplinada y convencida del valor de la "organización" por encima de otros valores no menos legítimos. Sin Javier Arenas presidiendo este PP andaluz, el cambio se retrasará sin remedio y ello será malo para España, para Andalucía e incluso para los que desean una renovación de la izquierda, renovación abortada por los resultados del pasado día 25 de marzo.
Pero tampoco puede irse porque además de todo esto, es un buen gestor de los recursos públicos como demostró al frente del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Tampoco puede irse porque es un hombre políticamente moderado, que reconoce que no toda la verdad está en la propia posición. Tampoco puede irse porque su figura, de haber tenido alguna mancha de corrupción o de extravío moral, habría sido machacada por la oligarquía socialista como las aceitunas sevillanas. Durante 20 años lo han intentado y el no haberlo conseguido es prueba decisiva de que estamos ante alguien que realmente no ha hecho nada deshonroso políticamente hablando. Como decimos por aquí, de haber sido un marrajo, se sabría. Tampoco puede irse porque tiene una idea política y ética de Andalucía y porque carece de la crueldad y la suciedad de corazón que hemos visto en tantísimos políticos.
Dicho todo esto, hay que decir que no son pocas las cosas que tendrá que cambiar en el PP andaluz Javier Arenas si decide seguir, como así espero, hasta el final. En primer lugar, el coro. En lugar de grillos que canten a la luna o de arrulladores que apagan el sonido de la crítica, necesita voces leales, inteligentes y preparadas, que ciertamente no son lacayas, pero que son competentes y dicen las verdades del barquero. En segundo lugar, el sermón racional de las bienaventuranzas del cambio andaluz, minuciosa y emotivamente contado y cantado, narrativa y poesía, como quería Stevenson, por todos los rincones de Andalucía. Luz más luz sobre el drama andaluz. En tercer lugar, la democracia interna ligada al trabajo, a los objetivos y a la legítima renovación que se fundamenta en la pluralidad que no es caos sino naturaleza humana y libertad. Y finalmente, el agradecimiento al esfuerzo y a las expectativas de los propios y demás ciudadanos andaluces que llevan decenas de años perdiendo elecciones sin levantar la voz ni pedir nada. El nepotismo y el enchufismo socialista impiden, desde la injusticia de los hechos consumados, que los demás ciudadanos puedan acceder, en igualdad de condiciones, a las oportunidades a que se tiene derecho. Con esto hay que acabar en la función pública y en todas partes. En Andalucía sólo puede ser válido el carné de identidad y ningún otro. Aplíquese ejemplarmente donde se gobierna. El que a dedo entra a dedo sale y oposiciones libres e imparciales para todos.
Se ha hecho mucho. Se ha construido una organización con creciente peso y eficacia en la sociedad andaluza. Se han recuperado municipios y ciudades para la causa de la libertad y la riqueza andaluzas. Se ha impulsado una oposición parlamentaria sistemática y rotunda. Se ha desvelado el carácter de la tela de araña del régimen andaluz. Se ha revelado el origen señoritil y franquista de no pocos de sus líderes oligárquicos. Se ha demostrado que bajo el discurso anticapitalista no yace otra cosa sino la inmoralidad, la hipocresía, cuando no el simple afán de riqueza y lucro. Se ha reconstruido paso a paso la arquitectura del régimen y sus vergüenzas. Muchos han arriesgado sus bienes, su tiempo y su coste de oportunidad e incluso derechos y deberes legítimos por esta causa para abandonar ahora.
Javier Arenas debe continuar hasta el final. ¿Es mucho pedir que los que creemos en la libertad, en la democracia, en el derecho, en la prosperidad y en la competencia de los andaluces demandemos un poco de comprensión y de ayuda para Arenas y su tarea no exenta de defectos, pero hercúlea y recta?
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