Hablamos aquí continuamente a la magia de las palabras, pero también me he referido a la magia de los números. Sobre el particular he recibido muchos correos que ni siquiera puedo comentar por razones de espacio. Adelanto solo algunas sugerencias para hacer pensar, que es la misión de esta seccioncilla.
Alberto Laria recuerda que, de niños, utilizaban los palmos y los dedos para contar distancias. No es nada insólito. Los palmos y los dedos se han utilizado para contar en muchas culturas primitivas. En la Castilla rural se utiliza todavía el jeme o palmo como medida de longitud. La pulgada no es más que la falange del dedo pulgar. Se llama así porque se utilizaba para matar pulgas. Ahora sirve para manejar con soltura el teclado de los teléfonos móviles. Gracias a esa nueva función no se extinguirá.
José Luis Mallagaray detecta un error en mi exposición: el famoso paralelo de la Guerra de Corea no fue el 40 sino el 38. Perdón por el desliz. En relación con la magia del número 40, don José Luis añade que la baraja española consta de 40 cartas. Félix Redondo detecta otra errata mía: "No es contar los 40 sino cantar las 40", una regla del juego del tute. Creo que me confundí con "la crisis de los 40" años. Ya se sabe: "de los 40 para arriba no te mojes la barriga".
Jesús Fierro me explica que el número 28 es "perfecto" porque es igual a la suma de sus divisores, excluido él mismo. Los divisores son 1, 2, 4, 7 y 14, que suman 28.
José Antonio Martínez Pons añade el número siete por su carácter mágico: los días de la semana, las notas musicales, las cuerdas de la lira, los planetas de la antigüedad, las maravillas del Universo, los sabios de Grecia, los colores convencionales. Respecto a las unidades de medida, señala la milla marina, que es la longitud del arco de un minuto de meridiano. Añado que la palabra "milla", latina, equivalía a mil pasos. La legua viene a equivaler a 20.000 pies, unos cinco kilómetros. Es una unidad que se manejaba en toda la Europa medieval, aunque con las naturales variaciones locales. Manuel J. Samaniego añade que la magia del número siete está muchas veces en la Biblia. Así, dice Jesús que hay que perdonar setenta veces siete. Entiendo que para los judíos de la época bíblica los guarismos siete o setenta indicaban algo así como muchos, lo incontable.
Alberto Torrijos me manda un completo alegato crítico contra el AVE, un tren rentable para distancias medias. Ahora bien, necesita obras de infraestructura tan gigantescas que lo hacen poco aprovechable a la larga. Razona don Alberto, con datos, que el aeropuerto fantasma de Castellón va a ser mucho menos rentable que el de Ciudad Real. Considero que ambas obras son un símbolo de la sociedad expansiva de la que estamos saliendo. Entramos en una sociedad estacionaria en la que ya no habrá lugar a grandes desarrollos.
Roberto Tojo registra muy bien los datos del desastre económico de Grecia. Viene a ser como el español elevado a no sé qué potencia. Sintetizo algunas de las locuras estadísticas de Grecia: contabilidad pública falsa, exceso de funcionarios hasta extremos increíbles, engaño generalizado en las pensiones, despilfarro en los gastos hospitalarios, abuso de las jubilaciones anticipadas, organismos públicos inservibles, fraude fiscal masivo, agobiante peso del sector público, etc. Se comprende que la crisis griega sea insalvable. Con esos datos en la mano el dictamen razonable es que Grecia no reciba ni un euro más de la Unión Europea y que se salga del euro a toda velocidad. Nada de eso ocurrirá, digo yo. Lo malo para nosotros es que la imagen de España, aunque lejos de la griega, sigue sus mismos pasos. Convendría aprender de los errores de los vecinos. Me temo que el Partenón entero va a terminar en Berlín, donde también irán los frisos del Partenón que están en el Museo Británico. Tampoco quiero dar ideas sobre la desamortización del Museo del Prado.