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EDITORIAL

Andalucía atasca el cambio

La mayoría del PP en Andalucía será solo una bonita anécdota que Javier Arenas, candidato por cuarta vez, podrá contar a sus nietos. Un hito histórico, sí, pero también una gesta inútil y, según se mire, un fracaso sin paliativos

El resultado electoral de este domingo aleja al PP de la Presidencia andaluza y lo estanca como tercera fuerza política en Asturias. El mapa azul de España, símbolo del poder absoluto del presidente Rajoy, parece que tendrá que esperar. Si PSOE e IU suman sus escaños, no habrá cambio andaluz y la primera mayoría del PP en esta región será solo una bonita anécdota que el señor Javier Arenas, candidato por cuarta vez, podrá contar a sus nietos. Un hito histórico, sí; un vuelco espumeante y efímero, en efecto, pero también una gesta inútil y, según se mire, un fracaso sin paliativos. Porque el listón no estaba en los 50 escaños obtenidos por el PP, sino en los 55 o más. Y porque la inmundicia delincuente producida por el régimen caciquil del PSOE es tan escandalosa, que difícilmente el PP tendrá una ocasión mejor. Los sondeos pronosticaban un PSOE hundido hacia los 37 escaños, 40 como mucho, y la candidatura del señor Griñán, el jefe de los ERE fraudulentos y de los informes falsos de Invercaria, ha obtenido 47. 

El PSOE va hacia los 34 años de gobierno sectario y asfixiante en esta región española. Dos generaciones de andaluces no han conocido otra cosa que la moral del subsidio, el servilismo y el acomodamiento al paro y el atraso. Más de un tercio de siglo resignados, incluso satisfechos, con un régimen que es prácticamente una "dictadura perfecta" que controla todos los órdenes de la vida y les ha causado pobreza, fracaso escolar y paro, un predio de populismo tercermundista en el que las únicas leyes que se aplican son el saqueo y el enchufismo.

La mejor oportunidad de sacar a los andaluces de la postración ha pasado. La ventaja de los populares sobre el PSOE ha sido de apenas un punto, algo sobre lo que debe reflexionar la Dirección del PP. ¿Se ha atascado el cambio por la indolencia de los andaluces o porque la propuesta de cambio no ha sido lo bastante nítida? Mensajes como el de la ministra de Trabajo, señora Báñez, durante la campaña electoral, defendiendo la continuidad de los subsidios del PER, quizá han persuadido a muchos andaluces de que, para "este cambio", mejor quedarse en casa o elegir lo malo conocido. Lo de menos es el destino de Javier Arenas, sobre el que tanto se ha especulado en la misma noche electoral, a medida que se perfilaban unos resultados insuficientes para llevarle a San Telmo. Es difícil que un candidato que se ha presentado cuatro veces y no ha conseguido gobernar tenga ganas y autoridad para una quinta oportunidad. Lo relevante es qué va a ser de la sociedad andaluza en medio de la peor crisis económica de nuestra historia y con los mismos que la han arruinado y se han enriquecido a su costa. 

En Asturias, el PSOE ha ganado con claridad pero, al igual que el PP en Andalucía, su triunfo puede convertirse en una bonita anécdota, a beneficio de inventario. El Foro Asturias y el PP suman escaños suficientes para formar una mayoría parlamentaria de Gobierno. Los asturianos han indicado a los dos partidos que deben pactar y gobernar, pero el mensaje de la secretaria general del PP, señora Dolores de Cospedal, en la noche del domingo, después de conocerse los resultados, ha sido ambiguo y puede interpretarse tanto como una oferta para enterrar el hacha de guerra con el señor Álvarez Cascos, como en el sentido contrario, un aviso de que prefieren una Asturias bloqueada e ingobernable a pactar con su archienemigo local, antiguo compañero de filas.

Desde la óptica socialista, cobran sentido las palabras de Alfredo Pérez Rubalcaba cuando, al presentar su candidatura a la secretaría general del PSOE, afirmó que el PP había tocado techo y que, si con cinco millones de parados, no logró superar los once millones de votos en las Elecciones de noviembre, ya no lo logrará. El PP goza de un poder mayor del que ha tenido nunca en la etapa constitucional. El Gobierno de la Nación y la inmensa mayoría de Comunidades y Ayuntamientos son de su color. Pero también es cierto que las Comunidades donde no gobierna pueden abrir un frente de inestabilidad muy serio para el país. Desde Cataluña, su partido gobernante, CiU, amenaza abiertamente con forzar el camino de la independencia; en el País Vasco, los proetarras han tomado las instituciones locales y se preparan para el asalto final al poder autonómico en 2013; en Canarias, el sentimiento nacionalista está a flor de piel con el pretexto de las prospecciones petrolíferas autorizadas por el Gobierno del señor Rajoy; y, ahora, finalmente, Andalucía se dispone a convertirse en un dique activo, incómodo y hostil frente al programa reformista del PP.

La noche electoral de este domingo complica las cosas para el presidente Rajoy y abre algunos interrogantes, a tres días de la primera huelga general de su mandato: ¿Qué pasará con las reformas económicas que se han iniciado y a las que nos apremia la UE? ¿Cómo cumplirá el Gobierno con las exigencias de Europa sin que una izquierda aliviada por sus resultados en Andalucía y Asturias, y unos nacionalistas reanimados en su programa secesionista  cedan a la tentación de forzar en la calle una "deriva griega" de la vida nacional? Si de nosotros dependiese, la respuesta, en estos momentos, sería la de mantener con firmeza el rumbo de las reformas y enriquecer el programa con medidas de regeneración del sistema democrático, como una ley de huelga, una reforma de la justicia o un nuevo sistema que acabe con las subvenciones a los partidos, sindicatos y organizaciones patronales. Pero no depende de nosotros, al fin y al cabo un diario independiente que promueve la libertad y la igualdad de los españoles ante la ley, sin mirar otros intereses menores que los partidos políticos y sus dirigentes suelen tener muy presentes al tomar las decisiones que afectan al bien común.

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