El martes pasado, el diario El Mundo publicó que la Policía investiga si el ático que el vicepresidente de Madrid, Ignacio González, disfruta en Guadalmina y que oficialmente tiene alquilado a su propietario, una sociedad off shore de Delaware, no es en realidad suyo. La información añadía que un testigo de la Gürtel había dicho que el ático le fue transmitido en pago a haber facilitado una operación inmobiliaria en Arganda al constructor Fernando Martín. Ignacio González desmiente la información en dos puntos, en que la Policía lo esté investigando, pues su director general le ha dicho que no es así, y en que el ático sea de su propiedad, pues sostiene que sólo es arrendatario. Para demostrarlo, pone a disposición de los periodistas los recibos del alquiler.
La clave de todo este asunto es si la sociedad supuestamente propietaria del ático, Coast Investors, pertenece en realidad a Ignacio González o no. El diario no ha afirmado nada en este sentido, sino simplemente ha dicho que la Policía lo investiga. En todo caso, aportar los recibos del alquiler no significa nada ya que cualquiera que utilizara una sociedad off shore como pantalla no cometería la torpeza de habitar la casa propiedad de ella sin un título de alquiler. De no hacerlo, sería obvio que la sociedad es propiedad de quien disfruta pacíficamente de sus bienes sin pagar merced y de nada habría servido esconderse detrás de ella.
Ahora bien, con independencia de la veracidad de las informaciones de El Mundo, hay en este feo asunto varias preguntas por contestar. ¿Qué distancia temporal hay entre la compra por parte de Coast Investors y la celebración del contrato de arrendamiento? ¿Cómo contactó Ignacio González con la entidad propietaria? Si transcurrieron varios meses desde la compra y el alquiler e Ignacio González nos cuenta que el ático era ofertado en arrendamiento por tal o cual inmobiliaria o vio el anuncio en tal o cual portal o en tal o cual diario o que conocía al apoderado que la sociedad tiene en España; si nos dice además con quién negoció el contrato y, en fin, los detalles habituales de una operación de esta naturaleza cuando arrendador y arrendatario son personas distintas con intereses contrapuestos, su versión sería mucho más creíble.
No obstante, junto al relevante hecho de que el vicepresidente de Madrid no explique cómo alquiló el ático, está el mucho más inquietante de que los sindicatos en Madrid salgan en tromba a defender al dirigente del PP de las "insidias" de El Mundo. Como no lo es menos que Tomás Gómez, que el martes se puso como una pantera dispuesto a comerse todo lo que oliera a PP madrileño, decidiera a las pocas horas callar y renunciar a tan apetecible y sabroso bocado, irresistible en condiciones normales. Y eso, el día en que los sindicatos e Ignacio González han pactado unos servicios mínimos misérrimos para el día de la huelga general. Que alguien venga y me lo explique.