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EDITORIAL

Telediarios en la trinchera

El presidente Zapatero -con el apoyo del PP- dejó atado el futuro de TVE al diseñar un Estatuto que exige el voto de dos tercios del Congreso para renovar los órganos de gobierno. El PP es, ahora, prisionero de aquel acuerdo

La televisión autonómica andaluza ha entrado de lleno en la campaña electoral como agente de parte, al servicio del candidato socialista y su desesperada campaña. En dos ocasiones, la Junta Electoral Central ha condenado la falta de neutralidad y las toscas prácticas manipuladoras de Canal Sur para denigrar al señor Javier Arenas y favorecer al presidente Griñán. Han vuelto los planos intercalados que sugieren asociaciones del PP con nefandos delitos. El último ejemplo de este burdo agitprop ha sido una imagen de Rajoy incrustada en un video sobre pederastía.

En estas condiciones, es lógico que el PP se niegue a que el debate de los señores Arenas y Griñán se celebre en Canal Sur. Habría sido como aceptar una cita con desvalijadores en un callejón oscuro. El PP ha propuesto cuatro escenarios alternativos, entre ellos, el Parlamento andaluz. Pero la propaganda socialista se ha apresurado a presentar el caso como una antidemocrática huida del debate por parte del candidato Arenas, y los comisarios políticos de Canal Sur se han rasgado las vestiduras por su ofendida profesionalidad. Por si faltaba alguien, la asociación de la prensa ha lamentado que se cuestione la independencia de los profesionales de la RTVA, pero en ningún momento se ha lamentado de la manipulación de Canal Sur acreditada y condenada por la Junta Electoral.

El PSOE se ha atrincherado en los telediarios públicos que aún controla, con el propósito de conservar el régimen caciquil que dirige desde hace treinta años en Andalucía. El caso de los Servicios Informativos de Televisión Española, particularmente sesgados a los intereses del PSOE desde las Elecciones Generales del pasado 20 de noviembre, expresa la actitud numantina de quien ha perdido casi todo su poder y sabe que una televisión pública bajo su control es un instrumento muy valioso en vísperas de unas elecciones autonómicas determinantes y de una huelga general con la que el PSOE volverá por la senda de la agitación callejera como método predilecto de Oposición.

El presidente Rodríguez Zapatero (con el apoyo del PP) dejó atado el futuro de TVE al diseñar un Estatuto que exige el voto de dos tercios del Congreso para renovar los órganos de gobierno del ente público. El PP es, ahora, prisionero de aquel acuerdo. Experimenta en propia piel la paradójica situación de haber ganado por mayoría absoluta y no poder evitar que los noticiarios de la televisión pública sigan desinformando con descaro en su contra.

Los jefes políticos de TVE puestos por el PSOE siguen manipulando contra el PP. El señor Pérez Rubalcaba no va a renunciar así como así a una plataforma tan potente. Su modelo es el de Canal Sur y lo explotará mientras pueda, también en TVE. De momento, las Elecciones andaluzas y la huelga general del próximo 29 de marzo se celebrarán entre las advertencias de la Junta Electoral por la falta de neutralidad y el 90 por ciento de la audiencia televisiva de este país expuesta al bombardeo propagandístico del PSOE y de sus aliados en un nuevo Frente Popular: sindicatos, Izquierda Unida, movimientos antisistema, ... 

Está por ver si ese sesgo tercermundista servirá de algo, pero todo indica que el PP se ha resignado y, simplemente, espera a que, con la extinción, en diciembre, del mandato de la Dirección de TVE, llegue su turno de meter las zarpas en los telediarios.

Ninguno de los dos grandes partidos políticos es inocente en este asunto y, por supuesto, ninguno de los dos se plantea, ni por asomo, prescindir de las televisiones públicas como preciados juguetes de creación de una opinión pública modelada según sus intereses y ambiciones.

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