A ver Paula, a mi como si te quieres colgar, es tu problema. Algunos de los que estamos encontra de la eutanasia tal como muchos lo planteais, no es para haceros la puñeta o impediros hacer lo que queráis. El tema no es que nosotros queranos impediros que os suicidéis o os maten. El tema es que vosotros queréis imponer que "otro" "el estado" os mate. queréis que otro haga lo que tú quieres que te hagan. ¡Fijate si cambia el tema¡ Además incluso querrás que ese acto que tu exiges lo pagemos todos a través de la SS ¿no? A mí que se despenalicen ciertos suicidios, en determinadas circunstancias es un tema a debatir, pero exigir ciertas conductas en otros me parece ir más lejos de donde se puede ir.
Por otro lado, si estar en contra de algo es meterse en la libertad del otro quizás es que tú eres de los que piensan que cada uno puede hacer lo que le de la gana. Si reflexionas un poco verás que no es así. Hay que analizar en cada caso en lo que es lícito oponerse y porque. Yo me opongo a muchas cosas aunque no me afecten directamente. Si quieres te diré algunas. Saludos
La cita de Cajal no tiene relación con la eutanasia sino con el progreso de la medicina y no para prolongar la vida con cuidados paliativos sino en la curación de enfermedades. Además, no distinguir las prácticas distanásicas apelando al instinto de supervivencia (que, en este caso, no puede ser fuente de virtud ética) vulnera la libertad individual.
“Misioneros de la muerte” son países democráticos como Holanda, Bélgica, Suiza, Japón o EE.UU. (Montana, Oregón o Washington). En la UE hay consenso en que el enfermo deba tener autonomía para rechazar un tratamiento y la deontología médica no recomienda tratamientos que prolonguen agonías inútiles; en España la Ley de autonomía del paciente de 2002 reguló el documento de voluntades anticipadas (en Madrid hoy se puede hacer el testamento vital).
“No dicen los pilluelos es qué ha sucedido allí donde se ha legalizado”. Lo que no ha sucedido es lo que intuye la Sra. Losada, esto es, las malas prácticas médicas generalizadas, el paso inevitable de la muerte voluntaria compasiva (lo deseable) a la muerte involuntaria impuesta (lo indeseable) y una avalancha de decisiones frívolas de los médicos todos inclinados por (mala) naturaleza a la cacotanasia. La escasez de juicios por malas praxis médicas o la estadística (que no suele decir mucho por sí misma) tampoco confirman la supuesta hecatombe. Holanda, en la que se rechazan casi tres de cada cinco solicitudes de eutanasia de los enfermos a los médicos (que no están obligados legalmente a atenderlas) tiene una tasa de mortalidad inferior a la media de la UE. Irónicamente, los cantones suizos donde es legal incluso el suicidio asistido (y tienen más alta la tasa de suicidios) tienen una de las mayores esperanzas de vida del mundo.
El artículo confunde eutanasia con suicidio para reforzar que la libertad individual debe desaparecer cuando se trata de la propia muerte. Por cierto, como se sabe, tampoco eutanasia es eugenesia y la película “Yo acuso”, según cita del Sr. Aranguren, más que para “preparar al pueblo para la ley de eutanasia” fue para “blanquear” el criminal programa eugenésico nazi (Aktion T4, nunca abandonado, sí “oficialmente” en 1941) criticado por el sacerdote Lichtenberg o el obispo Von Galen entre otros.
Saludos.
Una historia muy triste. Una mujer joven y hermosa, excelente y hábil tocando el piano, amante de su familia y llena de la alegría de vivir. De pronto empieza a desarrollar una enfermedad, pongamos que ‘esclerosis de placas’, y rápidamente pierde el control de sus manos, deja de andar, decae. Ruega a su marido, excelente persona, que la ayude a morir, y él −tras un mar de dudas− accede a suministrarle un veneno. Al hombre, que llora la muerte de su esposa al tiempo que no duda en admirarse del coraje de ésta para disponer de su vida cuando dejó de experimentar su existencia como algo que mereciera la pena, le llevan a juicio. El fiscal le ataca con dureza: de la boca de ese jurista intransigente brotan los argumentos más tradicionales sobre el deber de conservar la vida de los demás a cualquier precio. La cámara le toma siempre usando ángulos forzados, el tono de su voz también es forzado, y todos vemos la diferencia radical entre el amor del marido y la dureza inhumana del representante de la ley, de una ley no apta para nosotros, los humanos. Termina la película antes de que se dicte sentencia. Conmovidos vemos cómo la mirada del marido (víctima del sistema) nos interpela al tiempo que la música del piano que tocaba su mujer suena en nuestros oídos: nos piden que juzguemos y no tenemos duda: el amor, la vida, el cariño, deberían mover al fiscal y a todos a cambiar la ley, a buscar una sociedad más humana en la que la “muerte por compasión” se haya convertido en el más hermoso símbolo de civilidad.
No es la película de Amenabar, pero lo parece. Se trata de «Yo acuso», una producción alemana de 1941, promovida por Goebbels, ministro de propaganda del régimen hitleriano y experto manipulador de masas. El motivo: preparar las mentes del pueblo para la introducción de la ley de eutanasia en el país, ayudar a la psicología del pueblo para que acepte sin crítica (sin llegar a plantearse una crítica, pareciéndoles lo más natural) la muerte en masa de quienes ocupaban los sanatorios del país: enfermos mentales profundos, enfermos terminales, homosexuales, criminales comunes, lo que hiciera falta.
De: Javier Aranguren, "Sobre la eutanasia".
En 1991 y 1995 se le ocurrió al gobierno de la Haya realizar una encuesta sobre la práctica de la eutanasia en el país. Se pasó a los médicos unos cuestionarios y, para elevar la participación, se aseguró en 1995 que las respuestas no tendrían consecuencias penales. La ley, no podía ser menos, sólo permite la aplicación de la eutanasia en caso de petición activa del ¿paciente?, y es realmente restrictiva en sus términos. Holanda cuenta con 17 millones de habitantes y las encuestas hablan de entre 3.500 y 4.500 eutanasias anuales (es decir, unas 25.000 cada cuatro años), a las que hay que añadir en torno a 1.000 muertes (declaradas, podrían ser más) por intervención directa del médico (es decir, sin contar con el consentimiento del paciente o de la familia). Muchas son suicidios asistidos (prohibidos por la ley) o sobredosis letales de morfina. Al menos el 21% de estas 1000 personas matadas sin consentimiento se encontraban en plena posesión de sus facultades mentales, es decir, podrían haber decidido por sí mismas. (Pregunto, con algo de mala idea, ¿bastaría un caso de muerte injusta para prohibir ese tipo de ley?, ¿no es ese uno de los argumentos más socorridos y plausibles frente a la ‘pena de muerte’?).
De Javier Aranguren, "Sobre la eutanasia".
Me resultó tan repulsiva la noticia de que unos médicos propusieran en una revista sobre "ética" médica que se hiciera el aborto (sic) postnatal, que tuve que leerla dos veces para convencerme de que había personas que, no solo pensaban así, sino que no tenían pudor en decirlo. Fue como una arcada, al constatar que grado de descomposición ha llegado a alcanzar la sociedad en la que vivimos. Se me vino a la imaginación la imagen del asesino (me niego a llamar médico a quien mata) despachando al bebé y no me cabía más horror en la mente. No se a quién van a encontrar voluntario para hacer esto como no sea que busquen en una cárcel a todos los psicópatas asesinos que haya. Ahora ya no hay derecho a la vida, hay derecho a morir y dentro de poco habrá obligación de hacerlo por imperativo estatal ¡Nazis!
Josecho6-No hijo, los que teneis que dejarnos en paz sois vosotros. Nadie le dice a usted que no trate de alargar la vida y acortar los sufrimientos, estupendo, pero si a pesar de eso una persona, libremente, decide hacer uso de la eutanasia ¿cual es el problema? El problema es la persona que ha de hacerla efectiva, por eso ha de estar legislado ya, con la objeción de conciencia bien regulada, y con todos los extremos bien claritos. Por lo demás ¿a quién se obliga?
Por cierto, la ventana también está abierta para ti, por si se te cruzan los cables.
Con el debido respeto, yo diría que los dos primeros comentaristas no han entendido el artículo.
Pues vale ARui y demás defensores,
vayan creando una licenciatura, grado o FP de Tanatología y déjennos en paz a los que tratamos de alargar la vida y acortar los sufrimientos de los pacienets sin asesinarlos.
O tírense uds por la ventana cuando les plazca, que saldrá más barato y no habrá que abrir puertas siniestras mediante legislación con dobles o triples sentidos.
A ver Cristinita, ¿quién te ha dicho a ti que tu, cundo te estes muriendo, entre dolores y sin curación posible, tengas que acudir a la eutanasia? Deja que los que quieran lo hagan . Pero ¿Por qué teneis que decidir siemppre por los demás? Vaya perra que habeis cogido con eso. Que yo no me meto en si tu lo vas a hacer o no. Dejame tranquila con mis decisiones, sobre todo si esas decisiones a ti ni te van ni te vienen.
Ni eutanasia, ni abortar, ni divorcio, ni casamiento de homosexuales, nada, que hay que pediros permiso para todo. ¿Me meto yo con que tu seas una meapilas? Haz con tu vida lo q
La cosa es muy simple, efectivamente. Y además está al alcance de cualquiera. ¿Quién ha dicho que para apagar un respirador o subir la dosis de morfina de una bomba de infusión haya que ser licenciado en Medicina?
Yo pido que a aquel que quiera que a su familiar se le desconecte o se le "alivie" el sufrimiento por la vía rápida se le permita hacerlo a él mismo y no que se le exija a un médico hacerlo si no cree que deba hacerlo.
¿Estamos dispuestos a eso? Me temo que no, al menos en mi experiencia profesional: las veces que se ha planteado la cuestión por parte de algún familiar, jamás han accedido a hacerlo ellos (lo consideran matar a su pariente) pero considerar humano e imprescindible que lo haga el médico; ¿en ese caso no es matar? Lo que en el fondo hay es un problema de responsabilidad y de conciencia: nadie quiere vivir toda la vida con el hecho de haber apretado el botón que apagó el respirador de su padre pero les parece muy bien dar su consentimiento y que lo apriete un médico porque así no se sentirán "culpables" cada uno de los días del resto de su vida. ¿Hipocresía? ¿Cobardía? ¿Falta de sentido común?
No estoy hablando de no limitar el esfuerzo terapéutico ni de no tomar medidas cuando se cree que ya se ha llegado al límite, estoy hablando de los casos en los que son los familiares del paciente los que plantean la cuestión y reivindican un presunto derecho a que se haga lo que ellos piensan y quieren, pero ellos no están dispuestos a hacerlo y lo que buscan es un brazo ejecutor que les evite cargos de conciencia y difumine posibles responsabilidades morales.