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Agapito Maestre

Rajoy y el gentil monstruo de Bruselas

Rajoy hizo su puesta de largo con sencillez y naturalidad, es decir, sin exageradas modestias, como lo que es: un político reformista, un genuino político para la UE.

El lugar, el momento y los mensajes no pudieron estar mejor elegidos. Felicidades a la responsable de política de comunicación del Gobierno de España. Eso vale una legislatura. Rajoy se presentó en la capital de la UE y plantó cara a eso que el poeta alemán Hans Magnus Enzensberger ha llamado "el gentil monstruo de Bruselas". El viernes pasado el gobierno de España dio un giro espectacular en su política de comunicación y, por supuesto, en su política internacional. Dos asuntos quedaron claros: por un lado, España tiene mucho que negociar, hablar y enseñar en la UE y, de paso, deja claro que es un actor político relevante en el  mundo entero; por otro lado, el actual gobierno España se despide definitivamente del "tercermundismo", por no llamarle algo peor, que en política internacional impusieron los gobiernos de Rodríguez Zapatero.

Rajoy demostró con creces que España "no esta contra las cuerdas" de la Comisión Europea; al contrario, hizo visible que nuestro país tiene mucho que tratar con la UE. El Jefe del Gobierno de España consiguió lo que pretendía: primero, comunicar que España no es un país menor de la Unión Europea; segundo, que tiene una estrategia política muy estudiada y coherente para enfrentar la crisis; y, tercero, Rajoy hizo su puesta de largo con sencillez y naturalidad, es decir, sin exageradas modestias, como lo que es: un político reformista, un genuino político, para la UE. Creo que Rajoy ha hecho bien al proponer que los Presupuestos Generales del Estado para 2012 se fijarán con un objetivo de déficit del 5´8% del PIB. La decisión es muy seria; otra cosa, naturalmente, es que sea suficiente para salir del atolladero en que han dejado los socialistas a España.

De momento, es menester reconocer que esta medida, además de  importante, es viable. Es política. Es reformista, o sea, tiene en cuesta todas las grandes variables que están en juego en la crisis española. Nadie se asuste con las amenazas veladas o explícitas de la Comisión Europea a posibles y durísimas sanciones a España; entre otras cosas, porque nuestro país no puede compararse ni con Irlanda ni con  Portugal y mucho menos con Grecia, que es un país desvertebrado en todos los sentidos. No es un asunto de nacionalismo o patrioterismo barato sino de puro realismo político: los alemanes y los franceses tienen bastantes más intereses en España que en los tres países mencionados.  Así pues, conceptual o intuitivamente los anuncios de Rajoy en Bruselas, precedidos por la presentación de un cuadro macroeconómico serio y realista, tratan de hacerse cargo de tres grandes circunstancias que condicionan el desarrollo de la UE.

La primera se refiere a la situación de recesión económica que vive Europa, que ha puesto fuera de juego a la elite dirigente de las instituciones de la UE. Ante el desconcierto, a veces, casi absoluto de los dirigentes de Bruselas que no saben qué hacer ni por dónde tirar,  Rajoy, dentro y muy dentro de esas instituciones, ha optado por salvar primero la circunstancia española. En segundo lugar, la incapacidad de la elite política de la UE para dar soluciones a la crisis económica ha puesto, otra vez, sobre el tablero político el principal asunto de esta Unión que, desde los padres fundadores hasta hoy, nadie ha sido capaz de resolver con solvencia y grandeza: es imposible socavar totalmente el núcleo de la soberanía política de los Estados-nación en beneficio de unas instancias transnacionales, que hoy parecen estar sin rumbo y a la deriva. Rajoy con esta propuesta hacer valer que la Unión Europea es antes un ámbito de negociación de competencias normadas entre naciones que el seguimiento de unas directivas que, en la mayoría de los casos, salen de unos despachos de gentes aisladas en Bruselas.

Y, en tercer lugar, Rajoy ha puesto en evidencia con sus anuncios que las medidas de ajustes impuestas por la "entente" formada por Merkel y Sarkozy están sobrepasadas; en otras palabras, no valen de nada sin el acompañamiento de medidas que favorezcan el crecimiento de la economía. La crisis económica es de tal envergadura que no se saldrá sólo con ajustes, especialmente en España, que tiene una crítica tasa de desempleo que podría llevarnos a una recesión hasta Dios sabe cuándo. En Lucena, apoyando a Javier Arenas en un acto electoral, Rajoy volvió sobre este asunto: es imposible salir de la crisis sólo con medidas de ajuste y recortes para alcanzar las propuestas de Bruselas.   

Por lo tanto, nadie se rasgue las vestiduras porque el gobierno de España le haya plantado cara a la UE. Rajoy, simplemente, hace política reformista. En cualquier caso, no seremos crucificados por nadie. España no es Grecia. Ni tampoco nos va a helenizar Rubalcaba, entre otras razones, porque no le ha quedado otra opción que aceptar la racionalidad de la medida de Rajoy. Estamos mal, pero ni Barroso ni Van Rompuy, serán capaces de señalarnos nuestro destino. Nuestra credibilidad en Europa y el resto del mundo viene diseñada, primero, porque este gobierno tiene una mayoría absoluta, y, en segundo lugar, porque en sólo  dos meses ha hecho tres grandes reformas que van en las líneas exigidas por la UE y por los mercados. Eso es, pues, lo importante y el resto negociable.

El Sr. Maestre es filósofo y escritor. Su último libro publicado es La escritura de la política (2012). Miembro del panel de Opinión de Libertad Digital y comentarista de esRadio.

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