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El caso Urdangarín, muy desmejorado

El zigzagueo judicial empieza a ser demasiado mareante como para no resultar preocupante. Esperemos que los árboles del follón mediático no oculten el bosque del delito.

Dicen que Iñaki Urdangarín está muy desmejorado, pero lo hemos visto en perfecta forma física huyendo por las aceras de Washington de una feroz reportera. De hecho, se ha comentado muchísimo lo bien que conserva su arquitectura muscular anteroposterior el Duque de Palma, pese a la fatal tendencia a engordar, a lo Puskas, de los deportistas de élite cuando dejan la alta competición y el entrenamiento diario. En realidad, estar flaco a la edad de Iñaki, más que pena es alegría, y sólo las peculiaridades de la prensa del corazón, tan voluble en sus afectos y manías, explica el "desmejoramiento".

Lo que empieza a estar desmejorado no es el marido de la Infanta Cristina, sino el Caso Urdangarín, rama dorada del Caso Palma Arena. Por cierto, aprovecho para recomendar la nueva síntesis de la monumental obra -doce tomos- del antropólogo J. G. Frazer La rama dorada. Estudios sobre magia y religión (Fondo de Cultura Económica), la gran investigación sobre la realeza, desde su origen en los bosques hasta la perdición de las almas coronadas. Desconozco si el juez Castro ha frecuentado a Frazer y sus estudios sobre la propensión de los humanos a coronar y ser coronados, pero barrunto que no. Sólo así entiendo que haya pedido opinión a la fiscalía y las partes, acusadoras y defensoras, sobre si llama a declarar a Cristina de Borbón.

Al juez sólo le ha faltado consultar al arzobispo castrense, Juan del Río, cuyo cargo suele ir anejo al trato frecuente y consideración afectuosa de la Zarzuela; afecto mutuo, por lo general, y en este caso muy en particular, que sería utilísimo para saber lo que, de verdad, piensa el Rey sobre su yerno. Por cierto, que si no fuera constitucionalmente impune, el primero que debería declarar lo que sabe sobre Urdanga sería el propio Juan Carlos.

Por la mañana conocíamos las dudas, no sé si preceptivas o sobrevenidas, del juez Castro, dueño y señor del caso. Esta tarde vemos reproducidas las palabras del regio suegro en un acto del estamento judicial en Barcelona, que todos citan por lo que pudiera aludir al caso de su hija y su marido. Ha vuelto a decir que todos los españoles debemos ser iguales ante la ley, como en el mensaje de Navidad, del que se arrepintió, cómo no, el día de Reyes. Me choca que el que, por definición legal, es desigual, predique la igualdad. Y encima, ante Mas y en Barcelona, donde el Poder Político tiene a gala incumplir las sentencias del Tribunal Supremo cuando no le gustan.

Aparte del cotidiano esperpento del abogado Vives, a quien veo en Acorralados la temporada que viene, el zigzagueo judicial empieza a ser demasiado mareante como para no resultar preocupante. Esperemos que los árboles del follón mediático no oculten el bosque del delito; porque, para desmejorado, el estado financiero de las entidades públicas frecuentadas por Urdangarín. Que, en lo que al bolsillo se refiere, está de muy buen año.

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