Por mucho que haya quien piense que sólo por haber obtenido el dinero de los demás a cambio de sus servicios en un momento determinado se tiene derecho a seguir recibiéndolo toda la vida, nadie tiene el derecho a exigir que el reloj de la historia sea detenido o retrasado para su propio beneficio. No lo tenían los fabricantes de sombreros cuando los hombres dejaron de llevarlos, y no lo tienen ahora las discográficas, los libreros, las editoriales, los estudios cinematográficos o los exhibidores.
Eso sí, todos tenemos el derecho inalienable a cerrar los ojos, taparnos las orejas y gritar para no ver ni oír lo que está pasando a nuestro alrededor, aunque puestos en esa tesitura no estaría de más que luego no nos quejáramos cuando nos atropelle un trolebús. Ese parece ser el caso del cine español, que tiene toda la pinta de confiar su futuro exclusivamente a la generosidad del Gobierno con lo ajeno. Adaptarse al público, buscarle donde está –que es internet– y lograr que consuma tu producto es mucho pedirle, querido Álex. Al fin y al cabo tampoco lo han hecho cuando no existía la red, y no parecen dispuestos a cambiar ahora.
Si internet fuera sólo el futuro, como argumenta el actual presidente de la Academia de Cine, cuyo negocio personal depende de que vayamos a las salas y no veamos el cine en casa aunque paguemos por ello, no habría necesidad alguna de aprobar una Ley Sinde. Habría quizá que hacerlo dentro de unos años, cuando los cineastas decidieran que ya es el presente, pero no antes. ¿Para qué? Si internet es el futuro, nadie estará ahora mismo bajándose películas.
El problema es que los usuarios comenzamos a bajarnos música ya en 1999 y películas en cuanto las conexiones dieron de sí lo suficiente. En definitiva, lo que González Macho considera el futuro lleva muchos años formando parte de la vida de la mayor parte de los internautas, es decir, de su público. Ese que "de forma visceral, no racional" es hostil al establishment del cine español, según el presidente del chiringuito.
El reloj de la historia seguirá corriendo, le guste o no a los afectados. Y, por lo visto, a González Macho lo arrastrará. Quizá otros exhibidores, como Yelmo Cineplex, se salven con iniciativas como Youzee. Pero si no lo logran, no será porque hayan dado un salto al vacío demasiado pronto. Será porque tardaron en decidirse.