por Scott Erickson
El día de Navidad de 2009, Omar Faruk Abdulmutalab casi tuvo éxito asesinando a cerca de 300 civiles a bordo del vuelo 253 de Northwest. Cuando el avión se acercaba a su destino final en Detroit, Míchigan, Abdulmutalab fue visto entrando al baño, regresar a su asiento y ponerse una colcha en la cabeza. Momentos más tarde, los pasajeros notaron un olor a quemado y humo saliendo de su asiento. Cuando Abdulmutalab intentó detonar los explosivos que llevaba en los calzoncillos, unos pasajeros saltaron sobre el aspirante a terrorista y le impidieron llevar a cabo su siniestro objetivo.
El camino que llevó a Abdulmutalab hasta el vuelo 253 de United tuvo primero varios destinos, incluyendo una temporada en Yemen donde fue entrenado y dirigido por el ya fallecido Anwar al-Awlaki, el clérigo de al-Qaeda nacido en Estados Unidos y que murió en el ataque de un avión robot el año pasado.
Al concluir su entrenamiento con al-Qaeda, Abdulmutalab intentó ejecutar su atentado terrorista a bordo de ese vuelo el día de Navidad en 2009. Gracias a la rápida acción de los pasajeros a bordo, Abdulmutalab fracasó y acabó en manos de la justicia americana. Un poco más de dos años más tarde, la historia del fallido intento de autovolarse de Omar Faruk Abdulmutalab llegó a su fin.
A principios de esta semana, la juez de distrito Nancy Edmunds condenó a Abdulmutalab a cadena perpetua. Ella señaló que la sentencia era justa: "El demandado plantea una amenaza importante y permanente para la seguridad de los ciudadanos americanos en todo el mundo".
No es de extrañar que Abdulmutalab no mostrara ningún remordimiento al escuchar a su condena de una vida tras las rejas. Habló ante la corte, afirmando que "los muyahidines están orgullosos de matar en nombre de Dios. Y eso es exactamente lo que Dios nos dijo en el Corán que hiciéramos. Hoy es un día de victoria".
El caso del terrorista de los calzoncillos muestra hasta dónde los terroristas están dispuestos a ir por atacar a Estados Unidos. A medida que Estados Unidos adapte sus capacidades de inteligencia y recursos legales para adaptarse a la maleable amenaza del terrorismo, sin duda surgirán nuevos y singulares objetivos –así como métodos no convencionales– para atacarnos.
Esta realidad presagia la necesidad de adoptar suposiciones a priori relacionadas con próximas amenazas que con seguridad sufrirá el territorio nacional.
Como siempre, independientemente de la amenaza que sea, tener un público vigilante e informado será probablemente el factor decisivo en el éxito o fracaso de un atentado terrorista en curso. Afortunadamente, en el caso de Omar Faruk Abdulmutalab, ciudadanos alertas pusieron freno a sus aspiraciones terroristas y, posteriormente, el terrorista acabó con sus huesos en una prisión federal condenado a cadena perpetua.