Las malas noticias vienen juntas. Hace unos días los científicos daban a conocer más datos que apuntan a que estamos solos en nuestro sistema planetario y en Marte nunca hubo marcianos, sino océanos que se tragaron cualquier posibilidad de vida semejante a la nuestra. Que hasta ahora es la única que conocemos.
Pues bien, no contentos con alimentar el angst existencial frente al vacío cósmico, ahora un grupo de sicólogos de la universidad Northwestern, en Chicago, concluye en un estudio que los servicios on line para encontrar pareja no aumentan más las probabilidades de resolver la ecuación sentimental que la aventura del happy hour en un bar.
O sea, un jarro de agua fría para los millones de usuarios que recurren a Match.com o a eHarmony para, con la ayuda de los algoritmos convertidos en alcahuetas cibernéticas, afilar la diligente búsqueda de la media naranja. Una busca que para muchos se ha convertido en una empresa más quimérica que dar con el mítico El Dorado.
¿Qué es lo que han hallado los aguafiestas en sus laboratorios? Pues que tener acceso a cientos de perfiles prefabricados y edulcorados no revela nada sustancial acerca de la persona que pretende "venderse" por medio de un avatar dulcificado por el airbrush. Los sicólogos añaden que tener un abanico de posibilidades demasiado amplio sólo contribuye a aumentar las posibilidades de escoger mal entre el muestrario de candidatos. Incluso comparan los portales de dating con la sensación abrumadora que producen los mega centros comerciales. Digamos que confiar en un casamentero virtual es tan poco fiable como jugar a la ruleta rusa en la semioscuridad de un garito.
Es verdad que cada vez hay más personas a las que les causa una inmensa pereza el cortejo y los preámbulos que conllevan los rituales del conocimiento mutuo por los caminos de la casualidad. Pero no es menos cierto que las pesquisas frente al ordenador requieren horas de la selección natural de la especie, con el tedio de un funcionario de Recursos Humanos a la búsqueda y captura del mejor currículum para propiciar el romance. Una actividad que también puede resultar agotadora y sin las socorridas pistas de las feromonas que se emanan en el primer encontronazo si surgen las chispas de la atracción mutua. Destilaciones químicas que sirven de hoja ruta a la hora de intuir si el asunto es futurible o si se trata de un cul de sac sin avenidas amorosas.
Como era previsible, el informe de los sesudos expertos señala que el sistema de filtro que promocionan los servicios online dista mucho de ser científico. Una ecuación matemática nunca podrá sustituir ese primer pálpito que sienten dos perfectos extraños en un recinto lleno de desconocidos. Las probabilidades de una eventual incompatibilidad parecen ser mayores enfrentados al espejismo de la pantalla que en el cuerpo a cuerpo que nos regalan las maromas del destino.
Para quienes deseen saber más de las conclusiones de este estudio que despoja de toda magia a los puntos com del amor, en marzo las podrán leer en la revista Psychological Science in the Public interest. Prueben a hacerlo a media tarde en un café y tal vez encuentren a su alma gemela en la soledad del algoritmo. Siempre nos quedará el azar.
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La Sra. Montaner, periodista y escritora de ficción, escribe para el Nuevo Herald, de Miami, y El Mundo y Libertad Digital, de España. Autora de la novela La mala fama. Comentarista en el programa LD Libros, de esRadio. Twitter @ginamontaner