Conociendo la realidad de las aulas, al menos en Primaria, sólo puedo decir que este diagnóstico es sencillamente... genial!! No se puede decir más con menos palabras, y con humor.
La pena es que el asunto no es de risa, sino muy importante y de dramáticas consecuencias.
Fascinante. Esta usted en contra de la pedagogia y los avances informaticos. Quizas, simplemente, usted desconozca el tema del que esta hablando y sus articulos no son mas que flatus voci. Disparos al azar...
Nota: disculpe la falta de tildes en mi comentario. Desafortunadamente le escribo desde Laponia y el teclado es extranjero.
La apostilla anterior de Monsieur... ¿puede ser incluida con el texto en la página? a fee lo meresce.
Hay en la escuela una cosa perversa e indecente
Que no es, nadie lo piense, el sufrido docente.
Es absurdo paradigma, inútil e inclemente
De tanto progre que quiere la burricie en la gente.
Un saludo.
PD: Supongo que donde Fray Josepho dice "La indisciplina, sin la que resulta imposible enseñar", quiere decir "La indisciplina, con la que resulta imposible enseñar", ya que es su presencia y no su ausencia la que trunca la posibilidad de impartir educación.
El sino del doçente bien se ve que es un asco,
ansí del castellano, del gallego et del vasco:
De día se pertrechan de coraça e de casco,
e de noche hay bastantes que le pegan al frasco.
Saludos, fraile.
Si hay una profesión que respeto es la docente, pues contra ellos rompen las primeras olas del tsunami antieducativo que ha generado la estupidez, la maldad y la desidia de dos generaciones de políticos.
Monsieur de Sans-Foy
Cuando fui a la Universidad, como traía un buen bachillerato, me pasé los dos primeros años, de comunes, casi bajo la pata. Años 58-63. Luego sufrí, ya profe, la ley del 71, aún pasable. La horrorosa Logse y toda la decadencia posterior me convirtió en inútil quijote. En todo foro o claustro peleé contra tanta burrez. Lo que más me dolía era la progresía profesoral. Siempre fui el más viejo en los claustros. Sí, quizá me admiraban, pero nunca me hicieron caso. Todo el sistema era un tsunami imparable. Cada día más dinero del estado invertido y cada año el producto de nuestro trabajo, el alumno, salía peor. Con honrosas excepciones de compañeros, la mayoría de colegas venían intoxicados de las facultades copadas por la izquierda. Saber, sabían. Pero se avergonzaban de ser "maestros" de vida, de ideales. Y así no se crea un buen sistema.