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Cristina Losada

Las tentaciones de López

La política que, de aquí a las autonómicas, promete Patxi López, que es acercarse a las exigencias de un abertzalismo que pisa fuerte, gracias a la legalización que posibilitó su partido

En el acto de homenaje a su marido, hace unos días, la viuda de Fernando Múgica, Mapi de las Heras, dijo que "perdonaría antes a Txapote que a los despreciables socialistas" que negociaron con la banda que  asesinó a su esposo. Es posible que los interpelados hayan hecho oídos sordos. O que atribuyan sus palabras a la carga emocional que, según ellos, inhabilita a las víctimas del terrorismo para opinar sobre conductas políticas que les afectan, es decir, que las incapacita para ser ciudadanos. Sin embargo, la viuda de Múgica expresaba un sentimiento y una idea perfectamente razonables. Porque de los criminales no se espera nada bueno, ni hay que esperarlo, pero de los socialistas se esperaba, y había que esperar, que persiguieran a los terroristas y no que les concedieran status de interlocutor, que honraran a las víctimas y no que las arrinconaran como a un estorbo.

Justo antes de aquel homenaje, los socialistas aprobaron, en San Sebastián, una petición al Gobierno de Rajoy para el acercamiento de los presos de ETA, que es a lo que llaman flexibilizar la política penitenciaria. Y, bien mirado, el acercamiento define la política que, de aquí a las autonómicas, promete Patxi López, que es acercarse a las exigencias de un abertzalismo que pisa fuerte, gracias a la legalización que posibilitó su partido.  Así, mismamente, ese proyecto de indemnizar a quienes fueran víctimas de la represión policial entre 1968 y 1978. Como  ha señalado la asociación Covite, la cuestión no es que no deba de prestarse ayuda a esas víctimas, sino la distorsión que introduce. Que se quiere introducir.  Porque tal decisión no obedece a un súbito acceso compasivo del gobierno que preside López.
 
No se trata tanto de la acción como del gesto. Ni de la indemnización tanto como del concepto y sus consecuencias. Y el empeño  por hacer aparecer y hacer visibles a "otras víctimas", distintas de las del terrorismo, tiene pésimas consecuencias. Resulta que donde había una clara frontera moral, ya no la hay. Nos deslizamos hacia una equiparación de los asesinatos de ETA y los abusos policiales, en línea con las falacias de la banda sobre las "víctimas del Estado". Y se confiere rango de realidad a la patraña  del "conflicto vasco", con víctimas de "ambos lados", que es propia de la propaganda del grupo terrorista. No sé si lo de López es cálculo electoral o abducción ideológica. Pero cómo no va a perder el apoyo de quienes confiaron en otro Partido Socialista de Euskadi.

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