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José García Domínguez

Vuelve el Hombre

Vuelve la vieja socialdemocracia, tan huérfana de ideas como el radicalismo del Adolescente, aunque acaso con un as en la manga: el propósito de refundar la izquierda conservadora

Vuelve el Hombre. Retorna el viejo PSOE de pelo en pecho que la afectada androginia del zapaterismo casi nos había hecho olvidar. Aquel partido socialista que solo conocía a un José Luis Rodríguez: El Puma, semental venezolano en las antípodas de su tocayo, el feminista radical. Todo un chute de testosterona es lo que se acaba de meter en vena la leal oposición. He ahí el cantábrico López (Patxi), definitiva metáfora de los nuevos tiempos en su exuberancia hormonal. Incluso aún más que la desinhibida calva, entre cesáreo romana y castizo landista, del Gran Inquisidor Rubalcaba. Con la excepción única de Judas Griñán, florero honorífico por exigencias del guión electoral andaluz, no han hecho prisioneros. La guardia pretoriana de Zetapé ha sido pasada a cuchillo sin piedad.

Mas se equivocan los que creen que, tras la purga, el partido quedará enfrentado, dividido por mitades. El ingenuo voluntarismo de la derecha, que no ha leído a Michels. La organización es el origen del dominio de los electos sobre los electores, de los delegados sobre los delegadores, de los dirigentes sobre los dirigidos. "Quien dice organización", escribe Michels, "dice oligarquía". Fuera del aparato, ni hay vida ni nunca la habrá. Y fuera del partido –créanme, sé de lo que hablo– hace mucho frío. Por eso, a estas horas, el chaconismo ya no existe ¡Ay de los vencidos! Chacón, como aquella Rosa de Operación Triunfo, habrá sido flor de un día. Cierto que no ha hecho el ridículo en su particular Festival de Eurovisión como la otra pobre, pero les aguarda idéntico destino: el olvido.

Vuelve la vieja socialdemocracia, tan huérfana de ideas como el radicalismo del Adolescente, aunque acaso con un as en la manga: el propósito de refundar la izquierda conservadora. En el fondo, el gran secreto del califato de González. Y es que el conservadurismo, contra lo que pretende cierta derecha pedestre, no es una ideología política sino una actitud ante la existencia. Un modo de transitar por el mundo que la izquierda inteligente siempre ha sabido asumir. Porque, igual que cabe decirse revolucionario y de derechas, procede ser conservador y de izquierdas. Suprema paradoja, el infantilismo utópico transita hacia la diestra mientras los adultos se hacen con el PSOE.

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