He hablado con muchos profesores de instituto, que estaban esperanzados por el anuncio de que el Bachillerato se vaya a aumentar a tres años. Y es que en principio la cosa sonaba bien. No es que eso fuera a arreglar la enseñanza española, cuyos males arrancan de la Primaria, se desmelenan en Secundaria y se disparatan en la Universidad. Pero lo que el ministro Wert ha dicho en su comparecencia en el Congreso es que el primero de los tres años de Bachillerato será obligatorio. Pues vaya plan. Si se quita el 4º de Enseñanza Secundaria Obligatoria para poner un 1º de Bachillerato también obligatorio, ustedes me dirán qué diferencia hay, aparte de la denominación.
Y es que el principal de los males de nuestra Enseñanza Secundaria es la llamada "comprensividad", es decir, que los alumnos se agrupen en el aula por el mero criterio de la edad y por el capricho del orden alfabético. Nunca por su capacidad, por su inteligencia o por su aplicación en el estudio. Y así, en la enseñanza pública, las clases de la ESO son frecuentemente ingobernables, estériles y desesperantes: los chicos que tienen más ganas y cualidades para estudiar acaban siendo atrapados por la desidia de los que calientan la silla o por la lentitud de quienes van retrasados, cuando no por el gamberrismo de los boicoteadores (los llamados "objetores escolares"). La doctrina pedagógica (¡ay, la pedagogía progre!) obliga a que el profesor los "lleve a todos para adelante" a la vez. Y el profesor se deprime, porque eso es imposible.
Cualquier academia privada de idiomas lo primero que hace es agrupar por niveles. No se puede dar clase en la misma aula y al mismo tiempo a alumnos que saben bastante, a alumnos que saben poco y a alumnos que no saben nada. Y mucho menos si metemos a unos cuantos que ni saben ni quieren aprender ni dejan que los demás aprendan. La cosa es demencial y sale carísima. Pero es exactamente así. Y tiene la pinta de que va a seguir siendo así, si no se cambia la ley, cosa que Wert ha descartado.
Bueno, Aznar estuvo ocho años para cambiarla y tampoco la cambió, porque aquella LOCE de Pilar del Castillo, que era una reforma más bien tímida y pacata, no llegó a entrar en vigor. Zapatero se la cargó para volver a la LOGSE (con otro nombre: LOE se llama ahora).
El resto, buenas intenciones. Habrá que esperar a que todo se concrete, pero me temo que las intenciones no bastan, cuando, encima, las competencias autonómicas impiden que las directrices del Gobierno central se cumplan. Décadas llevan en Cataluña carcajeándose de las sentencias judiciales que obligan a escolarizar en español a quienes así lo pidan.
Ah, sí, que también le va a cambiar el nombre a la Educación para la Ciudadanía. Pues nada, llamémosle hache.