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¿Qué hacemos con él?

Desde el momento en que un español, por lo que sea, es encumbrado a puestos de responsabilidad, que es cosa que depende de las cúpulas de los partidos, empieza una carrera que, según parece, nada ni nadie tiene derecho a truncar

Comunita dijo el día 27 de Enero de 2012 a las 16:16:

D. Emilio, dejar de golpear "al muchicho, que ya ha aparecido la petaca". Después de un descanso, se le puede proponer de "Inquisidor General de Socilaistas ", una especie de animador o proponedor del fiscal anticorrupcion, con especial atención a sus colegas de las distintas comunidades. Con eso y el tenis, ya tendrá suficiente. ¡VALE YA!

manu007 dijo el día 27 de Enero de 2012 a las 11:44:

También, para los de trama, era un "giripo*as"... y bien que fue repetido en todos los telediarios...

Corday dijo el día 27 de Enero de 2012 a las 09:36:

item mas:
¿qué periodista resistiría la filtración de un video "íntimo"?
"Creo que el error, se juzgue como se juzgue lo de Camps, está en considerar su carrera política como un derecho"
Yo también lo creo

KARATEKA dijo el día 27 de Enero de 2012 a las 01:04:

Si llamándole de todo menos bonito la derecha no es capaz de juntar en la puerta de la casa de Garzón la misma gente que la izquierda junta en la Audiencia Nacional y en la casa de Camps es que efectivamente la derecha no sabe que hacer y la izquierda si. Y a mi juicio es porque la derecha que representa el PP no es la auténtica derecha española, que somos millones y estamos encogidos a falta de un Partido y un líder de verdad. La derecha cagona quiere alargar ad infinitum el 1-0 que consiguió en la guerra civil, pero el partido es muy largo y el equipo colorado acabará empatando y ganando a los penaltis. Hay que marcar otro gol, pero esta derecha juega sin delanteros, solo con centrocuentistas y defensas blancanieves.

gracian dijo el día 26 de Enero de 2012 a las 23:58:

Pues sí don Emilio.

Es sólo un síntoma más de una afección muy extendida

Hablamos sin rubor de los "sueldos" de los parlamentarios, comparamos sus pensiones y cotizaciones sociales con las de cualquier españolito, medimos su productividad laboral en las asistencias a plenos y no dudamos en otorgar un "bonus" de popularidad a los que protagonizan las más sonadas intervenciones, envidiamos sus vacaciones tanto o más que las de un maestro y con todos estos antecedentes que son de uso común en el lenguaje de cada día no puede llamarnos a engaño que la asimilación de la política con una profesión se haya consolidado en el imaginario colectivo y ahora los Camps de turno nos exijan una indemnización por despido improcedente que es en el fondo lo que aquí se ventila.

Y no es eso, no es eso.