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En la Cuba de Castro se premia a los tiranos y se castiga la libertad

¿Por qué la Universidad de La Habana premia con un doctorado honoris causa a uno de los líderes más brutales del mundo y que cree que la respuesta definitiva a los males de Occidente y el capitalismo puede ser un holocausto nuclear?

Los partidarios de mejorar las relaciones con Cuba afirman que el contacto con el ciudadano, la interacción de persona a persona y la supresión de los obstáculos actuales que existen para viajar y comerciar allanarán el camino para una mejora de la relación Estados Unidos-Cuba y para una mayor comprensión mutua.

Sin embargo, si el clima para el cambio es tan favorable como ellos sugieren, en un momento de incremento de tensiones internacionales y de creciente temor con respecto a las prisas de Irán por tener una arma nuclear, ¿por qué los hermanos Castro optan por invitar con bombo y platillos al presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, como parte de su reciente gira por cuatro naciones de América Latina?

¿Por qué su principal institución educativa, la Universidad de La Habana, premia con un doctorado honoris causa a uno de los líderes más brutales del mundo y que cree que la respuesta definitiva a los males de Occidente y el capitalismo puede ser un holocausto nuclear?

En su discurso de agradecimiento en la Universidad de La Habana, el líder de Irán se limitó a pronunciar un réquiem por el capitalismo: "Menos mal que estamos siendo testigos de la decadencia del sistema capitalista. En varios aspectos ya ha llegado a un callejón sin salida: en lo político, en lo económico y en lo cultural".

Ignorando alegremente las recientes desesperadas iniciativas del régimen de Raúl Castro para insuflar un toque de propiedad privada, competencia capitalista y vida empresarial a la moribunda economía socialista de Cuba, Ahmadineyad elogió el status quo comunista: "El capitalismo no tiene lógica y recurre a las armas con el fin de matar y destruir. El asesinato es lo único que le queda al capitalismo hoy en día".

Uno de los principales mantras progresistas es que el diálogo, los intercambios, las visitas y el incremento del turismo abren las puertas al entendimiento y la comprensión mutua entre cubanos y americanos. De alguna manera, visitas a la universidad y a la sinagoga, escuchar en vivo la música del Buena Vista Social Club o ver pasar coches antiguos a lo largo del malecón, poco a poco quebrará el sólido revestimiento que protege los preceptos básicos del régimen cubano: el antiamericanismo, el fervor revolucionario, la negación de los derechos individuales y el poder del Estado sobre los derechos del individuo.

La bloguera cubana Irina Echarry se preguntaba confundida: "Todavía no entiendo cómo el gobierno cubano está promoviendo cambios en la mentalidad de la gente aquí (supuestamente para promover, prosperar y mejorar el país), cuando le da la bienvenida a un hombre con una política tan retrógrada, antifeminista, homófoba, belicista y antiecológica como es la de Ahmadineyad".

Lamentablemente, la verdad es que mientras los más altos cargos de la dirección del gobierno, del sistema educativo y de los medios de comunicación, controlados por el Estado en la Cuba comunista, permanezcan bajo el control monolítico de los que tienen más en común con el líder de "un Estado vengativo, obsesionado con el martirio suicida en medio de una rabia permanente contra Occidente" que con la democracia, libertad y derechos humanos en las Américas, hay pocas razones para creer que la tibia política de acercamiento permisivo de la administración Obama vaya a cambiar alguna vez la manera de pensar o actuar de los líderes de Cuba, y no la del hombre de a pie.

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