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Marruecos

O nos ponemos serios, o nos seguirán tratando como al pito del sereno, porque el problema verdadero no reside en la maldad ajena, sino en la estupidez propia. O, si lo prefieren, en la golfería de alto nivel.

ChemaCB dijo el día 23 de Enero de 2012 a las 13:38:

Les agradecería que corrigieran una errata en mi comentario, en la línea 11, pone "entendió", y debe poner "entiendo", muchas gracias, mi nombre de usuario es ChemaCB

ChemaCB dijo el día 20 de Enero de 2012 a las 13:18:

Soy un lector habitual de Serafín Fanjul, aunque no comentarista, sin embargo, creo que es hora de hacerlo, y si tuviera que retratarle como articulista lo haría con las palabras con que Antonio Buero Vallejo designa a esos escritores ejemplares como Larra: “plumas valientes”. Todos sus artículos no sólo respiran libertad, sino valentía. Y ser valiente en España no es nada común, y más para un intelectual de la talla de Serafín Fanjul que le supondrá muchas incomprensiones, no sólo como Catedrático de Literatura Árabe que sabe de lo que escribe, como lo hace de hoy de Marruecos, o ayer de Granada tomada, sino como gran historiador que es, y como bien dice: “o ponemos serios, o nos seguirán tratando como al pito del sereno, porque el problema verdadero no reside en la maldad ajena, sino en la estupidez propia”. O nos tomamos en serio a España, ateniéndonos a su realidad histórica, o tendremos poco futuro en el mundo, y estaremos condenados a repetir los errores del pasado. Y aquí la estupidez propia la entendió como cobardía propia, ya es hora de que los españoles realicemos el ideal de la Generación del 98: “rehacer la historia de España hasta sus primeros postulados”. Gracias, Sr. Fanjul, por enseñarnos a no tener miedo a la libertad. Hay que ponerse serios de una puñetera vez con Marruecos, no sólo por libertad, sino por dignidad.
José Mª Callejas Berdonés (Madrid)

Garray dijo el día 19 de Enero de 2012 a las 18:34:

Una vez más, y van... el señor Fanjul pone el dedo en la llaga. Difícil será que nos respeten si no nos hacemos respetar. Pero ya se sabe del eterno complejo español que nos impide ponernos en nuestro sitio y poner a los demás en el suyo. Vecinos, sí, a la fuerza, pero no más bajadas de calzones, por favor. Un saludo.