Magnífico artículo, cargado de sincera emoción por la muerte de un personaje al que admiraba y apreciaba, y en quien, como en todas las buenas personas, pesa muchísimo más lo positivo que lo negativo. Llegado el momento de rendir cuentas ante el Altísimo, no creo que la conciencia de D. Manuel esté cargada más que de pecados veniales que, como humano que era, es normal que cometiese. Descanse en paz D. Manuel Fraga Iribarne, esperando la resurrección en Cristo: y los que aquí siguen en la política tomen su ejemplo de trabajo, entrega y honradez en el servicio de la Patria.
Para los muchos que lo lloramos, artículos como el suyo nos reconfortan, D. Horacio. Muchas gracias.
Después de oir y leer cosas más bien malas sobre don Manuel, su artículo es reconfortante. Siempre me cayó muy bien don Manuel, y me encanta su visión sobre el lado humano del personaje. Su manera de escribirlo es, como siempre, enternecedora y profunda.
A veces, en la historia, te sorprendes al ver que existió gente de ideologías y opiniones muy enfrentadas, pero que pueden encontrar puntos de en común, compartir algo a pesar de las diferencias. Esto es lo que diferencia a los ídolos de las masas fanáticas.
Pasó con cinetíficos, filósofos, escritores, matemáticos, pintores, músicos, religiosos, políticos. Bueno es que los españoles podamos decir que también en nuestro país ha habido gente culta y humilde, capaz de comportarse con la sencillez que Jesús pide en los evangelios. Y eso, a pesar de las diferencias. Esto de la hidalguía (en el buen sentido) es algo que hay que aprender y promocionar. Está un paso más allá de la caballerosidad y la deportividad. ¡Viva España, pardiez!
Gran artículo don Horacio.
Dios le bendiga
Gracias, don Horacio.
Y para Carrillo y su hijo el retor, un rebuzno bien soltado.