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José Carlos Rodríguez

Ellos no pagan

Estos rebeldes. Unos cuantos del 15M están buscando causa para su furia, y la han encontrado. Se trata del Metro de Madrid, una institución fasciocapitalista que oprime al pueblo.

Estos rebeldes. Unos cuantos del 15M están buscando causa para su furia, y la han encontrado. Se trata del Metro de Madrid. Es una institución fasciocapitalista que oprime al pueblo obligándolo a someterse a su servidumbre por un precio pensado sólo para potentados. Euro y medio el billete sencillo, y 9,30 si se compra de diez en diez. 30,50 para todo el mes si eres menor de 21 años y 47,60 si superas esa edad. Es la faz de la explotación del ciudadano de a pie frente a la que la juventud española, representada por unas decenas de valientes, se ha rebelado.

Su lema expresa milimétricamente la medida de su valor moral: “Yo no pago”. Ellos no pagan. Es como si el Metro estuviera ahí porque sí. Como si no hubiera centenares de trabajadores haciendo que funcione. Como si no hubiera toneladas de dinero invertido durante décadas para ellos. Bien, eso les da igual. Ellos no pagan. Para eso estamos los demás, los que sí compramos el billete y los que pagamos los impuestos que permiten funcionar a esta empresa ruinosa (todo sea dicho).

¡Esta rebeldía furiosa! Es evidente, para quien haya seguido con interés el movimiento 15M, que su actitud era la de considerarse con derecho a todo, y protestar para que los demás se lo provean. Sus exigencias son del todo infantiles. Igual reúnen nueve despistados con el culo en el suelo de la Puerta del Sol debatiendo qué dirección debe tomar la política internacional (no digo nada que no haya visto), que se saltan el torniquete del Metro porque el coste del billete les agobia. No es que sean jóvenes, es que son infantiles.

Para ellos su problema es el Metro y su coste, no convertirse en ciudadanos lo suficientemente productivos como para proveer a los demás de servicios útiles y necesarios y poder intercambiarlos en el mercado por lo que necesiten. Les han engañado quienes hablan constantemente de derechos sin factura. Pero ellos han sido lo suficientemente tontos como para dejarse llevar por un engaño tan burdo.

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