No es Rajoy un político de muchas palabras, pero tendrá que hablar antes o después. La situación actual no es propicia a ningún tipo de rodillo parlamentario. La actual circunstancia histórica requiere de un instrumento fundamental de la política de todos los tiempos: la palabra. Sin palabras la política no es arte ni técnica. Es mala burocracia. Por lo tanto, Rajoy hablará. No sé cuándo, pero estoy convencido de que Rajoy saldrá a dar todo tipo de explicaciones. Gobernar es hablar. También Rajoy tendrá que explicarnos sus decisiones. Y lo hará, no lo duden, más pronto que tarde. Me parece magnífico que no retrase la toma de decisiones, incluso que sean rápidas y contundentes, pero tampoco pueden demorarse en justificarlas.
Las explicaciones, las justificaciones y las argumentaciones nunca sobran ni en la vida ni en la política. La confianza, como la legitimidad política, es algo que se adquiere cotidianamente con el ejercicio. La confianza y la legitimidad de Rajoy siguen intactas, pero mantenerlas requerirá discurso. Comunicación. Bien sabemos que Rajoy ha nombrado, por fortuna, un Gobierno técnico o, al menos, mejor preparado que los Gabinetes de Zapatero. Pero por eso, precisamente, porque saben de lo que va este asunto tendrán que dar más explicaciones, o sea, tendrán que hacer más política con mayúscula.
Porque Rajoy ha querido terminar con la gobernabilidad basada en la demagogia y el engaño, en mi opinión, ha nombrado un Gobierno más técnico que político; pero ahora se requiere, reitero, mucha política con mayúscula, o sea, comunicación y persuasión. He ahí el gran problema de este Gabinete: cuanto más técnico y solvente sea un Gobierno, y el de Rajoy lo es, más explicaciones políticas y mensajes claros tendrá que transmitir a la ciudadanía. Quizá sea paradójico, pero real como la vida misma, que un Gobierno técnico consiga, o al menos aspire a conseguir, que los ciudadanos vuelvan a confiar en la política, justamente, cuando los políticos les piden los mayores sacrificios.
El ejemplo más cercano lo tiene Rajoy en Italia. He ahí un Gobierno técnico, quizá el más técnico de toda Europa, presidido por el profesor Monti, y que está ejerciendo una política ejemplar a la hora de comunicar a sus ciudadanos las medidas adoptadas. Monti multiplica sus apariciones en el Parlamento y en los medios de comunicación, e incluso se sometió a una tortuosa ronda de preguntas –más de 31 periodistas le inquirieron– después de anunciar su primer y más impopular paquete de medidas económicas. Aunque Rajoy tiene una legitimidad democrática infinitamente superior a la de Monti, también se encuentra ante una situación muy parecida a la del primer ministro italiano: "Convencer a los españoles de que los sacrificios que se les piden tendrán una recompensa a medio plazo" o, lo que es mismo, tendrá que hablar para que nos convenzamos de que nuestros políticos podrán sacarnos de esta terrible crisis.
A Rajoy se le va a exigir, algo que nunca se le pidió a Zapatero, que tenga técnica y arte. Así es de dura, a veces, la vida política.