Majestad, en Cataluña no se cumple la ley
Le pido como ciudadano que no se acomode a arreglar sólo su casa, hágalo con la casa de todos los españoles, España. Hoy en Cataluña se está legislando contra ella y contra los derechos de millones de ciudadanos. De mil maneras.
Cuando se han de recordar tautologías democráticas como "la justicia es igual para todos", estamos ante la sospecha de vivir en una sociedad donde no todos somos iguales ante la ley.
Bien está que el Jefe del Estado lo recuerde, mejor habría estado que lo hubiese hecho mucho antes de que la sospecha afectara a su entorno familiar y a sus intereses monárquicos. "Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar". Valiosas palabras de nuestro Rey. Lástima que el momento y el envite coincida con la necesidad de atajar el deterioro de la Monarquía y no con los incumplimientos de las sentencias judiciales por parte de instituciones del Estado que están poniendo en jaque a España, su mayor responsabilidad. Él mismo nos lo ha recordado: "símbolo de la unidad y permanencia del Estado".
Majestad, en Cataluña no se cumple la ley, o para ser más exactos, no se cumplen aquellas leyes y sentencias que defienden la igualdad de todos sus ciudadanos. Majestad, "la justicia no es igual para todos en Cataluña". El Gobierno de la Generalitat ampara a unos ciudadanos en sus derechos lingüísticos y excluye a otros. A pesar de las sentencias judiciales, millones de niños no pueden estudiar en el idioma común de todos los españoles. Y aún no le he sentido nunca cuestionar, hacer venir a cuento, el abuso del Gobierno de la Generalitat con la necesidad de que "la justicia sea igual para todos".
Usted podría haber hecho oídos sordos ante las presuntas irregularidades de Urdangarín como hacen todos los políticos con los trapicheos propios, pero optó por el mejor de los caminos, el de la ejemplaridad. El gesto no hay que agradecérselo, es la obligación de todo servidor público, pero ante tanta falta de grandeza política, le hemos de reconocer el órdago. Por la misma razón, le pido como ciudadano que no se acomode a arreglar sólo su casa, hágalo con la casa de todos los españoles, España. Hoy en Cataluña se está legislando contra ella y contra los derechos de millones de ciudadanos. De mil maneras. Le he nombrado sólo la más esperpéntica, que en tu propio país no puedas estudiar en tu propio idioma. Entiendo y comparto que la Monarquía ha de ser equidistante, pero antes, y a ante todo, ha de ser justa. Y para eso no ha de permitir que haya nadie por encima de la ley. Aunque sólo sea dentro del espacio simbólico que le atribuye nuestro ordenamiento constitucional.
Hoy, la Monarquía es una contradicción democrática. Mi razón me impide justificar el poder por vía sanguínea; pero en la España de forcejeos territoriales en que convivimos, nadie mejor que ella puede servir de rompeolas de todas las Españas. Me resulta difícil imaginar hoy a un jefe del Estado respetado por todos los partidos en una España Republicana. Como es evidente que su presupuesto nos resulta rentable, no sólo por las prestaciones políticas de su servicio en comparación con otros Jefes de Estado, sino por su eficacia comercial como embajador. Sin duda alguna, el mejor embajador que nunca tuvo España.
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