El nuevo Gobierno es, para los internautas, una mala noticia y un motivo para perder toda esperanza. No sólo por el nombramiento de Lassalle como secretario de Estado de Cultura, que todos esperábamos y que si sorprende es porque no tenga el rango de ministro. No, el problema es que José Ignacio Wert ya dejó claro lo que pensaba tanto de los internautas que se descargan cosas de la red como de quienes defendían esa práctica en El País, y sus primeras declaraciones tras su nombramiento hacen pensar que su opinión no ha cambiado mucho.
El ahora ministro considera, creo que con razón, que lo básico es "determinar si la propiedad intelectual es menos digna de protección que la propiedad, por ejemplo, de la vivienda, del automóvil o las colecciones de sellos". Pero después asume, sin ninguna clase de argumentación, que eso es así. Pero hay dudas más que evidentes en esta afirmación que no se pueden despreciar sin más.
La razón de la existencia de la propiedad privada no es el esfuerzo personal sino la escasez: sólo tiene sentido que algo sea propiedad de alguien si es escaso en relación con las necesidades humanas. A nadie se le hubiera ocurrido en el siglo XV hablar de propiedad del espectro radioeléctrico, más que nada porque ni el tato sabía entonces qué era eso. Empezó a ser escaso cuando aprendimos a utilizarlo; desgraciadamente, para entonces el Estado había crecido lo suficiente como para quedárselo él en casi todos los países, en lugar de establecer un esquema de derechos de propiedad privada.
En definitiva, da lo mismo si hablamos de bienes tangibles o intangibles, la propiedad existe cuando algo es escaso. Pero una idea, sea artística, científica o ingenieril, no es escasa. El acto de comunicarla, que gracias a internet tiene un coste prácticamente cero, permite que todos podamos acceder a ella sin que su propietario original la pierda. De ahí que sea intelectualmente poco seria la equiparación que hace el actual ministro. La vivienda, el automóvil o la colección de sellos la perdemos en cuanto nos la quita otro. Una canción o un invento lo seguimos teniendo aunque nos lo copie otro.
De ahí no se deriva necesariamente que no se deba proteger la propiedad intelectual de algún modo. Incluso los más compulsivos descargadores reconocen que debe reconocerse la autoría de una obra o una nueva técnica. Pero leyes que partan de la base de que la propiedad intelectual es exactamente igual que la propiedad de bienes físicos estarán equivocadas de raíz.