Negociar con ETA
El caso es que el maquiavelo de León y sus huestes destrozan el país, votamos a unos tíos por botar a Zapatero y, cuando tienen que hacerse cargo de los escombros, lo único que hacen es alabar las grandes cosas que han hecho sus antecesores.
Al margen del acierto que haya supuesto nombrar como ministra de Empleo, que es donde más falta hace un milagro, a una Fátima, y de que habrá que ver si de Guindos y Montoro se las apañan para sacarnos del hoyo, uno de los morlacos con los que tiene que lidiar el Gobierno recién nombrado es la ETA. Algunos ingenuos creímos que el PP daría un giro a la política de negociación de Zapatero. Es pronto para estar seguros de habernos equivocado, pero todo apunta a que así ha sido.
Elemento esencial para conocer las intenciones de Rajoy era ver si la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias seguía en Interior o volvía a Justicia. Y, se quedara en un departamento o volviera al otro, quién sería el encargado de gestionarlo. Pues bien, la mañana del jueves el BOE nos ha informado de que Penitenciarias sigue en Interior. Y, desde el miércoles, sabemos igualmente que aquella cartera le ha tocado a Jorge Fernández Díaz, alguien de perfil bajo (y blando) que parece la persona ideal para proseguir, dirigido desde Moncloa, lo que el malhadado Zapatero comenzó.
Si alguna duda cabe de que, en esto, el Gobierno de Rajoy va a ser continuista de la política de ZP vean que lo primero que ha hecho Fernández Díaz es alabar el trabajo de sus dos antecesores, Alfredo Pérez Rubalcaba y Antonio Camacho, que según él han dirigido un proceso ejemplar que ha conducido al final de ETA. Menos mal que no ha dicho "proceso de paz", pero incluso así, se le entiende todo.
Y Justicia ¿qué? Justicia, ná. En esto de la ETA, Justicia no va a pinchar ni cortar nada y por eso se le ha podido dar a Gallardón, para que se entretenga enredando en los nombramientos del CGPJ y del Tribunal Constitucional y no juegue con las cosas de comer. No obstante, para estar seguro de si va o no a pintar algo el hoy ya exalcalde de Madrid, habrá que esperar a ver quién es el nuevo Fiscal General del Estado. Si viéramos que es Gallardón quien lo elige, querrá decir que el exalcalde tiene asiento reservado en la mesa de negociación. Si no lo nombra él, como es lo más probable, ocurrirá como con Cándido Conde Pumpido, que el nuevo Fiscal General se entenderá con Interior o incluso directamente con Moncloa y puenteará al ministro de Justicia, tal y como viene ocurriendo desde hace lustros.
El caso es que el maquiavelo de León y sus huestes destrozan el país, votamos a unos tíos por botar a Zapatero y, cuando tienen que hacerse cargo de los escombros, lo único que hacen es alabar las grandes cosas que han hecho sus antecesores. Es verdad que todos ellos tienen un curriculum apabullante, pero lo es sobre todo porque la comparación ha de hacerse con el de las Aídos y los Blancos. En fin, no me hagan mucho caso que estoy un poco depre.
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