Poca comunicación política utilizó Rajoy para circunstanciar los nombramientos de sus ministros. Un poco extraña hallo yo esa actitud, pero no me sorprende conociendo un poco su estilo. No pasa nada. De momento. Tampoco yo osaré contextualizar lo que no ha querido hacer Rajoy. Un comentarista político es algo más que un sustituto o sucedáneo de un político. Naturalmente, podemos hablar todo lo que queramos sobre el nuevo Gabinete. Podríamos decir lo que no está en los escritos sobre los seleccionados por Rajoy. Y, seguramente, deberíamos citar, aunque sólo fuera por cortesía democrática, las palabras capacitación, mérito y excelencia para evaluar positivamente la decisión de Rajoy.
Pero, aquí y ahora, hay algo, según nos repite el propio presidente del Gobierno, mucho más importante que este Gabinete: se trata de los problemas gravísimos que tiene que superar España. Las circunstancias de la vida económica y política españolas son tan extremas que convierten en algo menor la opinión sobre los ministros. En todo caso, esperemos que tengan razón los apologetas de la nueva etapa de Gobierno. También yo les deseo los mejores éxitos a los ministros, entre otros motivos, porque eso significaría que nos iría bien a todos los españoles. Por el bien común espero que les vaya bien a cada uno de los que ayer tomaron posesión de sus cargos.
Pero, independientemente de que Rajoy haya nombrado un Gabinete a su medida humana y quizá política, lo decisivo es que pronto, muy pronto, los españoles sabremos de su eficacia e inteligencia. La situación de España es tan apremiante que apenas dará margen y tiempo para detenernos en los criterios de Rajoy para elegir su Gabinete. Apreciaremos sus éxitos y fracasos casi al "instante". Es un decir. En efecto, vivimos tiempos tan dramáticos que importa poco que valoremos, más o menos acertadamente, los nombramientos de Rajoy; es irrelevante que cuestionemos y discutamos que casi todos los ministros son personas próximas al presidente del Gobierno, algunos son íntimos amigos, colaboradores y conocidos de "toda la vida" o de los últimos años.
Nada de eso es trascendental en la actual hora de España, porque todas las instituciones están traspasadas e infectadas por una crisis terrible de carácter económico, social y político. Eso no significa, por supuesto, que nos dé igual un Gobierno que otro; es obvio que un Gobierno mediocre haría aún más calamitosa y desastrosa la actual situación; lo que trato de destacar es que antes, muchísimos antes, de lo que algunos sospechan sabremos si Rajoy ha acertado o no con este equipo de Gobierno. Los ciudadanos se enterarán enseguida si era cierta la cifra de 16.500 millones de euros en que se fijaban los recortes o, por el contrario, se necesitarán 24.000 o más millones. No tendremos que esperar demasiadas semanas para saber si eran o no correctas las partidas dónde se han anunciado los recortes e, igualmente, a la vuelta de cuatro o cinco meses, sabremos con precisión cuál es el grado de extenuación de los ciudadanos al que está dispuesto llegar el Gobierno para sacarnos de la crisis y, en fin, pronto conoceremos si las medidas fiscales ayudarán o no a bajar el paro, y así sucesivamente con el resto de asuntos...
Si es verdad que la gran suerte, o peor, la desgracia de este Gobierno es que toda su actuación podrá evaluarse relativamente pronto, entonces no veo por qué hayamos de entretenernos en crear ruidos sobre las personalidades grandes o dudosas de los actuales ministros.