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Gina Montaner

La mujer detrás de Jane Eyre

Mucho tiempo después de que Charlotte Brontë triunfara con esta obra, otra autora, Jean Rhys, se atrevió a recrear el pasado de la esposa loca antes de contraer matrimonio con un extranjero, Rochester, que no comprendía la idiosincrasia de las Antillas.

En 2011 se estrenó una nueva versión cinematográfica de Jane Eyre que se suma a las siete adaptaciones anteriores de la célebre novela de Charlotte Brontë. Tal vez la más famosa y la que muchos recuerdan es la que interpretaron Joanne Fontaine y Orson Welles, pero la más reciente incursión en el romance entre el señor Rochester y la sufrida institutriz logra, por medio de la fuerza de un paisaje inhóspito y oscuro, adentrarnos en el duro mundo de una mujer habituada desde niña a vencer la adversidad.

Todos conocemos la historia de Jane Eyre, una muchacha poco agraciada y resignada, pero con una atrayente personalidad que acaba por seducir al enigmático y huraño Rochester. Sin embargo, las paredes de la mansión de Thornfield Hall guardan un terrible secreto: el encierro de una esposa aquejada de locura que en las noches deambula como un fantasma. La Brontë concibió a Berthe Mason, así se llamaba este alma en pena, como una criolla antillana con quien el protagonista se casó por obligación durante su estancia en una isla del Caribe. Poco más se sabe de ella a lo largo del libro, salvo que enloquece tras establecerse en Inglaterra.

Fieles a la novela, las distintas versiones que se han llevado a la gran pantalla se centran en el contrariado amor de Jane Eyre y Rochester. Sin embargo, mucho tiempo después de que Charlotte Brontë triunfara con esta obra, otra autora, Jean Rhys, se atrevió a recrear el pasado de la esposa loca antes de contraer matrimonio con un extranjero, Rochester, que no comprendía la idiosincrasia de las Antillas. De ese modo nació Ancho Mar de los Sargazos, la última novela que Rhys publicó antes de fallecer unos años después sumida en el olvido como su enajenado personaje.

La osadía literaria de Rhys, nacida y criada en Jamaica, la llevó a cambiar el nombre de Berthe Mason por el de Antoinette Cosway. A ella también la había marcado la novela gótico-romántica de la Brontë, pero estaba dispuesta a ir más lejos, hasta recalar en el origen de una demencia destinada a brotar a medida que Antoinette se aleja de su idílica infancia insular y termina por desposarse con un hombre que ni la ama ni comprende sus costumbres. Rhys, que llegó a gozar de cierto prestigio literario en los años veinte como protegida del escritor Ford Madox Ford, le proporciona modernidad al relato más convencional de su antecesora. En Ancho Mar de los Sargazos hay dos voces: la de la fantasiosa criolla y la de un Rochester que sólo anhela alejarse de la cegadora luz de esa parte del mundo para retornar a la grisura de Thornfield Hall.

Una y otra vez nos quedamos con el enamoramiento victoriano de la virginal Jane Eyre y su atormentado galán, pero Rhys tuvo la genial ocurrencia de inventar sobre lo inventado al meterse en la piel de una mujer arrancada de cuajo de su hábitat para desfallecer en las húmedas penumbras de la campiña inglesa. Su alter ego estaba condenado a trastornarse en una mansión de piedra y unos jardines podados, que en nada le evocaban las coloristas casas y la indomesticable vegetación de su tierra.

Jean Rhys, como su heroína, perdió la cabeza y descendió a los infiernos de una existencia ahogada en alcohol y tristezas. Murió sin saber que su breve y hermosa novela acabaría por reivindicar a esa otra mujer. La Berthe Mason de Charlotte Brontë, que en verdad era su Antoinette Cosway. 

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