Hace algo más de siete años los nacionalistas catalanes tenían como uno de sus grandes objetivos la creación del "punto cat", algo que finalmente lograron. Con dicho sufijo no se puede identificar a las páginas de Cataluña, puesto que la normativa internacional de los dominios territoriales no lo permite. Por ello, tuvieron que recurrir a un truco, que no fue otro que proponer que identificara a los sitios web de lengua o "cultura" catalana. Cuando el Gobierno de Zapatero mostró su apoyo a este dominio, Eduardo Pedreño escribió un artículo cuyo título, Punto cat para los catetos, me atrevo a casi plagiar. Entre otras cosas, sostenía:
Quienes nos consideramos ciudadanos del universo y vemos en Internet la plasmación de un mundo sin fronteras no podemos sino espantarnos ante tanto catetismo pueblerino, cerrazón mental y aspiración absurda y pretenciosa. Si Cataluña es incapaz de representar su rica identidad cultural en la Red con otra cosa que no sea el dominio .cat, ¡pobre Cataluña y pobres catalanes!
Un lustro y dos años después, la realidad ha decidido dar la razón al bueno de Eduardo. Los gestores del "punto cat" han decidido que Marc Vidal, posiblemente el bloguero catalán de mayor proyección internacional, no es merecedor de utilizar dicho dominio. La Fundació Puntcat ha demostrado estar totalmente alejada de esa visión de internet, que expresaba Pedreño, consistente en la plasmación de un mundo sin fronteras.
Con su cerrazón, los vigilantes de la pureza catalana en la red no consideran admisible que Marc Vidal utilice, además del catalán y, con mayor frecuencia, el inglés y el castellano. No aceptan que el bloguero y analista de prestigio internacional trate de hacerse entender por la mayor cantidad de internautas posibles. Ponen por encima de cualquier consideración su restringida y pueblerina visión del mundo. De hecho, lo hacen hasta el punto de dañar aquello a lo que dicen amar: Cataluña.
Que un autor como Marc Vidal utilizara el "punto cat" era positivo tanto para Cataluña como para el propio dominio, puesto que ambos quedaban vinculados al prestigio de esta persona. Sin embargo, desde el nacionalismo homogeneizador no aceptan que las personas no se plieguen a la imposición colectiva. Con la expulsión de Vidal al punto net, se confirma que el punto cat es de catetos. No de catalanes.