Ya es curioso que para entender la Espana actual haya que leer a Milan Kundera.
Los que estuvimos en organizaciones clandestinas antifranquistas, cuando todavía vivía el "Dictador", recordamos con melancolía aquella época, en el País Vasco, como la última vez que pudimos expresarnos libremente sin temer que nos amenazasen o matasen por ello: había ideas y había debate.
En esta sedicente "Democracia", desde la Transición, en el País Vasco nunca ha existido ni libertad de expresión ni democracia ni Estado de Derecho; sólo el temor, los lugares comunes intrascendentes, las evasivas al hablar con el vecino para evitar ser etiquetado de "español", el mayor crimen de todos. Si te identifican como "español", eres un paria, un apestado; marginado y amenazado constantemente.
El Estado y los responsables de garantizar el cumplimiento de la Ley, desde aquellas lejanas fechas de los años 1970, abandonaron cobardemente y traicioneramente sus obligaciones y dejaron a los ciudadanos indefensos de los pueblos vascos y navarros en manos del poder omnímodo de la Eta y de sus secuaces nacis. La mayor parte de la gente optó por callar y acomodarse al paisaje, a costa de humillarse para sobrevivir: negar la Historia, perder la memoria y renunciar a sus propias biografías de españoles castizos, disimulando sus nombres y apellidos con motes horrísonos cuyos significados desconocen. Quien quiera comprobarlo, que haga una prueba sencilla: vaya con una pegatina de la bandera española por cualquier pueblo de aquella regíón o que la lleve pegada en su coche.
Bravo : como en la Opera.